marzo 11, 2013

VENEZUELA

Si bien es una realidad que el futuro de la república Bolivariana de Venezuela luego de la muerte de su líder la semana pasada resulta incierto en muchos aspectos, durante los últimos días de la convalecencia de Hugo Chávez su vicepresidente tomó una decisión acertada al devaluar su moneda a 6,3 bolívares por dólar desde 4,3 bolívares. Demás está decir que está era una medida esperada que aliviará las finanzas del país petrolero tras un enorme gasto público durante las elecciones presidenciales del 2012, pero que agregaría combustible a la ya elevada inflación. La devaluación del bolívar, del 46,5%, mitigara la escasez de dólares que ha ralentizado las importaciones y generado desabastecimiento de alimentos y bienes en un país donde el Gobierno mantenía un férreo control de cambio desde hace una década. Esta resulta ser la quinta devaluación del bolívar en una década y fue decidida luego de que el presidente Hugo Chávez abriera las compuertas del gasto público el año pasado durante una intensa campaña que le aseguraba su reelección hasta el 2019. El ingente gasto en construcción de viviendas y otros programas sociales como la venta subsidiada de alimentos y asistencia para grupos vulnerables debilitó las cuentas del país, sostenidas por los ingresos por las exportaciones petroleras.

Las autoridades dijeron que la decisión había sido autorizada por el presidente Chávez desde el hospital militar donde convalecía desde su regreso de Cuba lo que resulta poco probable. En Venezuela rige un control cambiario desde 2003, creado para detener una elevada fuga de capitales que se precipitó por una crisis económica tras una huelga petrolera que intentaba sacar a Chávez del poder. Es lógico entender que la devaluación favorecerá las finanzas de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), fuente de 9 de cada 10 dólares que ingresan al país, al multiplicar la cantidad de bolívares que recibe por sus exportaciones. Aunque la medida pondría presión sobre la inflación, al encarecer las importaciones en una economía donde la mayoría de insumos y bienes se compran al exterior. A todo esto se suma que el Banco Central había revelado que la inflación de enero se aceleró a 3,3 por ciento con lo que la tasa en los últimos 12 meses fue del 22,2 por ciento, lejos de la meta para este ejercicio, de entre 14 y 16 por ciento. No obstante, el ajuste cambiario podría mejorar el flujo de las divisas para importaciones, que venían cayendo desde finales de 2012 produciendo brotes de desabastecimiento en algunos alimentos de alto consumo y bienes, además del encarecimiento del dólar informal. Este anuncio le generará una caja adicional al Gobierno equivalente a 3 ó 4 puntos del PIB, asimismo se elimina además el Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera (Sitme), un organismo que permitía a importadores y personas naturales obtener dólares a una tasa superior a la controlada con la compraventa de papeles públicos (5,3 bolívares por dólar).

Sin embargo, parece que el mecanismo que escogieron para devaluar, prescindiendo del SITME, sistema secundario de administración de divisas establecido en el 2010, terminará por ser negativo para el sector privado, que no tiene otra alternativa en el corto plazo para acceder a dólares. No tiene mucho sentido en el tiempo mantener un sistema que busca el endeudamiento del país y ya cumplió las expectativas. En los últimos tiempos estaba imperfecto, dijo Nelson Merentes, presidente del Banco Central, al explicar por qué fue adoptada la decisión sobre el SITME. Minutos antes del anuncio, el vicepresidente Nicolás Maduro dijo que el mandatario le había pedido a sus ministros un mayor esfuerzo a nivel económico. Tenemos que aprender a hacer mucho con poco, más con menos. Voltear la cultura rentista petrolera en donde históricamente, porque hay petróleo, nos acostumbramos a hacer poco con mucho, dijo Maduro. Pero Venezuela y su próximo Presidente deberán entender la posibilidad que tienen entre manos de abrirse al mundo definitivamente, no de cambiar el sino de aumentar sus socios comerciales sencillamente porque están sentados sobre la reserva petrolífera más grande de Latinoamérica, la Cuenca del Orinoco le pertenece a un pueblo que merece mucho más de lo que tiene luego de largos años de hambre corrupción y mentiras.

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