junio 18, 2009

EL MODELO LATINO AMERICANO

Latinoamérica se debate hoy entre dos modelos de gobierno opuestos, representados por Luiz Inacio Lula da Silva y Hugo Chávez. La primera diferencia entre ambos modelos, es la faz política, y el tema de la reelección. La segunda, ya de naturaleza económica, es la definición de las relaciones entre el Estado y el mercado. Cuando Fernando Henrique Cardoso, tuvo que plasmar el modelo político brasileño que heredaría su sucesor, pronunció una frase histórica de George Washington: "Tres presidencias consecutivas no es una democracia, sino una monarquía". En la medida en que Lula, ya en medio de su segunda presidencia, confirme el rechazo de una tercera presidencia consecutiva, que ya ha anticipado pero en cuya dirección lo tientan algunos de sus partidarios, impresionados por su alto nivel de popularidad, completará el modelo de Cardoso, esto es, el rechazo de toda "re-reelección" como aquella a la que aspiró sin lograrla el presidente Menem en 1999. Toda vez que un país pasa de una sucesión de ciclos personalistas marcados por la exaltación de un líder a un "sistema político" caracterizado por una estabilidad de largo plazo, empieza a encaminarse hacia las duraderas "políticas de Estado" que trascienden las breves "políticas de gobierno" sujetas a la fortuna de los caudillos. Con variaciones menores, hoy siguen la vía del "no re-reeleccionismo" otras naciones latinoamericanas como Chile y Uruguay. Juntas Brasil, Chile, y Uruguay, prometen alinearse con el modelo político norteamericano, donde nació la idea de que "tres períodos consecutivos no es una democracia, sino una monarquía" allá por 1797.

La diferencia económica, que divide las aguas entre el modelo de Lula y el modelo de Chávez dijimos, es la relación entre el Estado y el mercado. El desarrollo económico de las naciones no depende del triunfo del Estado o del triunfo del mercado, sino de una difícil pero factible combinación entre ambos o, con otras palabras, de que una clase empresaria caracterizada por su competitividad conviva con una burocracia caracterizada por su profesionalidad. Es en esta dirección que marchan hoy Brasil, Chile y Uruguay, los países de punta del desarrollo económico latinoamericano. Si tuviéramos que definir a Chávez, podríamos decir que es re-reeleccionalista y estatista. El re-reeleccionismo de Chávez es la expresión de un narcisismo que lo conduce a creer que es la reencarnación de Bolívar. Chávez profana en nombre del socialismo lo que hoy llamamos la "socialdemocracia", una idea política y económica perfectamente compatible con la democracia, según lo muestran Tony Blair o Felipe González y, ya en nuestra región, el Partido de los Trabajadores de Lula, el Frente Amplio de Tabaré Vázquez y la Concertación Democrática chilena. En el caso de Chávez su política económica se parece más a la de los movimientos totalitarios que cundieron en los años 30, y lo único que han querido es el sometimiento político, económico y cultural de una nación. Chávez se halla al borde de esta escabrosa frontera y prueba de ello es su persecución de los opositores, su intensa campaña para monopolizar los medios de comunicación, y su intento de bloquear a aquellos seguidores de la libertad como Mario y Alvaro Vargas Llosa.

En Argentina, Néstor Kirchner es por ahora sólo un espectador, y no porque dude íntimamente ante el atractivo ejemplo que le brinda Chávez, sino porque, aún no ha podido imponer del todo el modelo en la democracia argentina, cuyo destino a partir de las elecciones del próximo 28 de junio se abre en dos direcciones alternativas. Si el kirchnerismo triunfara categóricamente en ellas, entonces podríamos ver a Kirchner y a su esposa alinearse ya sin disimulo junto con el caudillo venezolano al que admiran, y algunos de cuyos rasgos como el re-reeleccionismo ya han adoptado bajo la forma, hasta cierto punto original, de la sucesión indefinida intraconyugal, que, en ese caso, trataría de imponerse de nuevo en 2011. Pero lo que aún permite calificar a Kirchner como un "medio modelo" es que esa victoria categórica, dista de ser probable. Es más, si el 28 de junio pierde el control del Congreso que, se vera obligado al diálogo que hasta ahora el ex presidente ha rechazado. Un Congreso pluralista podría convertirse así en una alta muralla contra la invasión chavista en la Argentina. Es por esta razón que el programa de poder de Kirchner, está sujeto a lo que decidan los argentinos el 28 de junio.

2 comentarios:

Mariel dijo...

Lo que a mi me preocupa es que el 28/06 podemos decidir con nuestro voto y que se levante esa muralla...pero, ocurre que estamos en Argentina y que quien hoy es oposición, en semanas se transforma, vía artilugios, en oficialismo...
Me invade la desazón pensando en todo ésto, sinceramente.

Saludos

BE&P Consulting dijo...

OK, DE ACUERDO CON VOS EN EL PUNTO, PERO DIGO, IGUAL VOTEMOS POR UN CAMBIO. POR UN FRENO A LAS BARBARIDADES DE ESTE NEFASTO PERSONAJE. VEAMOS QUE PASA DESPUES.
SALUDOS