junio 17, 2009

VIVIR AL CONTADO

El kirchnerismo ha hecho un culto de vivir al día y con lo nuestro; cerró casi todas las puertas de acceso a fuentes voluntarias; sigue en deuda con el Club de París y los bonistas que no ingresaron al canje, y se resiste, por ahora, a aproximarse al "nuevo" Fondo Monetario, pese a que ahora el organismo rebosa de recursos prestables a bajo costo y mínima condicionalidad. La Argentina se ha convertido en un páramo y, como si fuera poco, el discurso kirchnerista busca instalar una fantasía de que esto es lo mejor para el país.
Pero con U$S10.000 millones de financiamiento externo, la perspectiva económica de la Argentina en la etapa poselectoral sería muy diferente. No sólo ahuyentaría fantasmas de problemas de pagos para 2010, sino que habría menores apremios fiscales y se aliviaría la presión de demanda sobre el dólar, que se traduce en una fenomenal fuga de capitales y un debilitamiento de los niveles de actividad. Palabras más, palabras menos, este diagnóstico no me es propio, pertenece a funcionarios con acceso a la Casa Rosada. El anonimato del mismo es explicable, ya que no se puede negar que el matrimonio Kirchner no comparte esta idea. Y es obvio que nadie tampoco está seguro de que la Argentina esté en condiciones de obtener ese financiamiento.

El aislamiento financiero obliga a la Argentina a vivir al contado y a hacer malabarismos para evitar un default. Desde que el Gobierno optó por manipular los indicadores del Indec, hace más de un año que no puede colocar un bono en el mercado voluntario; o sea, desde mucho antes de que estallara la crisis global. Con vencimientos en 2009, aproximados a los U$S20.000 millones, debió confiscar, los ahorros de los futuros jubilados en las AFJP para reforzar los ingresos de la Anses y cancelar deudas del Tesoro. El próximo paso será ofrecer el pago anticipado de los cupones de Boden 2012 que vencen en agosto, U$S2300 millones, a cambio del canje voluntario de esos títulos por otros con vencimiento a más largo plazo. Aunque este anuncio apunta a transmitir la señal de voluntad de pago en medio de la áspera campaña, no modifica el problema de fondo. Como el sector público no produce flujos financieros de largo plazo, necesita más stocks. Requiere de un alto superávit fiscal primario para pagar los intereses de la deuda y también para atender vencimientos de capital que, en otras circunstancias, podrían ser objeto de refinanciación a largo plazo. Hoy, el Estado se autofinancia con los excedentes en pesos de otras áreas del sector público, con la Anses a la cabeza.

A diferencia de lo que ocurre en otros países en medio de la recesión mundial, tampoco puede tener déficit para reactivar la economía porque no tiene quien lo financie. Y aunque hipotéticamente aumentara el superávit primario, tampoco sobran dólares para comprar y atender obligaciones en divisas sin resentir las reservas del Banco Central, debido a la fuga de capitales. Para 2010, los vencimientos son igualmente elevados, equivalentes a casi U$S20.000 millones. Las únicas certezas son que el Gobierno ya no tendrá a mano otra vez a las AFJP y que no podría fortalecer el superávit si el gasto sigue aumentando al doble que los ingresos. Tal vez esto lo obligue a moderar el actual rol de la Anses como financista de los planes oficiales. Pero, aun así, algo tendría que ocurrir en el frente fiscal después de las elecciones, especialmente si se tienen en cuenta los crecientes déficits de las provincias a pesar de la coparticipación parcial de las retenciones a la soja. ¿Ajuste de gastos, más devaluación, mayor presión tributaria, vuelta a las cuasimonedas o a la emisión, menos subsidios tarifarios? ¿Un poco de cada cosa? Nadie tiene las respuestas y menos en plena campaña electoral. Para Néstor Kirchner, quien ahora está de licencia como superministro económico, el horizonte llega hasta el 28 de junio a las seis de la tarde. Para los agentes económicos, también. Tras las elecciones, el gobierno de Cristina Kirchner apostará más fichas al blanqueo de capitales para obtener ingresos extra. La AFIP ha liberado de la exigencia del depósito bancario a quienes tengan capitales no declarados en el país. Pero el resultado del blanqueo será incierto mientras la política económica y la realidad poselectoral continúen siendo una incógnita.

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