noviembre 06, 2009

NUESTRA AEROLINEA DE BANDERA

Un vuelo que la compañía agregó el día del partido del seleccionado nacional de fútbol frente al de Uruguay provocó, debido a que habría sido a pura pérdida, sendos pedidos de informes por parte de los distintos legisladores de la oposición. Además, el abogado Ricardo Monner Sans, presidente de la Asociación Civil Anticorrupción, presentó un pedido de investigación ante la Justicia por presunta violación de los deberes de funcionario público y fraude a la administración. A la luz de nuevos datos y hechos, escandalosos, al confuso e incierto presente de Aerolíneas Argentinas (AA) como empresa manejada por el Estado le aguarda un futuro por lo menos tormentoso. El vuelo AR 1204, operado con un Boeing 737-700, despegó del aeroparque porteño el miércoles 14 del mes pasado después del mediodía y regresó el día siguiente a la 1.45tras 10 horas de espera en el aeropuerto de Carrasco, Uruguay. Lo llamativo de lo sucedido no es que el vuelo sufriera un retrazo de 10 horas, algo normal en la expropiada aerolínea de bandera, no ni parecido. El problema radica en quienes conformaban el pasaje de ese vuelo. Este estaba integrado por un selecto grupo, directivos de la compañía y dirigentes políticos y sindicales que abordaron el avión para ver el partido de fútbol. Pero hay más, eso no fue todo. Se utilizó una aeronave que por su dimensión y autonomía de vuelo es empleada para vuelos regionales, Caracas, San Pablo, Bogotá o Lima, es decir no de cabotaje y se la subocupó, ya que la cantidad de pasajeros transportados, algo menos de 50 en el viaje de ida y unos pocos más en el de regreso, resultó ser muy inferior a la capacidad de 144 que tiene el avión.

Desde la compañía aérea se ensayaron todo tipo de explicaciones y hasta se llegó a afirmar que el vuelo había producido un beneficio de diez mil pesos, imposible si consideramos, capacidad vs. ocupantes, o será que cada uno pago su pasaje tres veces el valor de mercado? Incluso, el gerente general de Aerolíneas, Mariano Recalde, agregó que "en ese vuelo y en los anteriores viajaron pasajeros que pagaron su boleto como cualquier hijo de vecino". Sin embargo, quedan muchos interrogantes por resolver. Por ejemplo, quién dispuso realizar un vuelo fuera de programación y dio la orden de esperar a los pasajeros hasta traerlos de regreso, cuánto pagó cada uno y de qué manera lo hizo. No menos importante será conocer qué costo tuvo el desplazamiento y qué rentabilidad debió dar cada plaza ocupada. Los problemas de AA no son nuevos. Simultáneamente con el controvertido vuelo al Uruguay, Mariano Recalde y el secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, presentaron el plan de negocios de AA ante la Comisión Bicameral de Reforma del Estado y Seguimiento de las Privatizaciones. Los funcionarios admitieron que el déficit operativo de AA y Austral llega a 500 millones de dólares anuales y que las pérdidas se mantendrán hasta 2012 o 2013, cuando se alcance "un punto de equilibrio". Sobre la flota de aviones, el plan presentado prevé la incorporación de 20 aviones Embraer para los vuelos de cabotaje y regionales; 12 Boeing 737, de los que ya se incorporaron 7, y 13 Airbus A-330 y A-340 para vuelos internacionales.

Sobre este proyecto Schiavi dijo que hoy existe una flota vieja, vetusta, y que por ese motivo genera mayores costos, la idea apunta a ir cambiando los aviones paulatinamente para llegar a tener una flota nueva en 2012. El plan de negocios prevé para 2011 "un déficit tolerable, de 10 millones de dólares por mes. Y esto se justifica por los destinos a los que se vuela que no son aparentemente rentables. En la misma línea de argumentos, el gerente comercial de la compañía, Juan Pablo Lafosse, declaró en el foro ALTA, el encuentro más importante de la industria de la aviación comercial en América latina y el Caribe, que "el objetivo primario de AA no es la rentabilidad, sino la conectividad y, en el mediano y largo plazo, llegar a una rentabilidad operativa". Mientras tanto, sería bueno que AA y sus autoridades expliquen y aclaren, además de las dudas surgidas a raíz del controvertido vuelo a Montevideo, cómo se afrontarán los gastos para el reequipamiento de la compañía previsto en el plan de negocios, cuál es verdaderamente el déficit operativo de la empresa y a cuánto asciende el aporte mensual del Tesoro nacional para mantenerla operando. Por lo pronto sería bueno que no olviden, que los fondos que administran no son propios, sino que provienen de los contribuyentes, a quienes se les debe una prolija y detallada rendición de cuentas. Este mal manejo de la empresa, sumado a su déficit y a que los funcionarios tienden a usarla cada vez más como si se tratara de una empresa de taxis aéreos gratis, augura a AA un futuro más que tormentoso.

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