enero 15, 2010

LA SITUACION ESPAÑOLA

No hubo en 2009 más que noticias negativas y cabezas gachas en una sociedad que asistió, desalentada, a la imparable destrucción del empleo que colocó la tasa de desocupación en un 18,2% y que, de continuar en ascenso, podría perforar este año la siempre temida barrera de los cinco millones de desocupados. El último año de la primera década del siglo XXI fue para España el que más parece haber alejado al país de los sueños de progreso y de integración al desarrollo económico y social acuñados durante la difícil transición democrática iniciada tras la muerte de Francisco Franco. Sin embargo, no sólo los números atentaron contra el humor social y el hasta hace poco tan característico optimismo español. También el desencanto con la clase política y, en especial, con la capacidad del gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero para enfrentar la crisis conspiran, con las posibilidades de esperar en 2010 los primeros síntomas de una recuperación. Para peor, muchas empresas privadas españolas, que siguen sin hacer pie, continuarán con la tendencia a invertir más en otros países que en el mercado local, y se menciona a América latina como el "principal destino" que encontrarían los capitales españoles ante el desplome de la actividad económica en el país, que se tradujo en una caída de 3,7% del PBI. Esta tendencia, que fue ratificada por grandes empresas españolas como Repsol-YPF, Renfe y diversas entidades bancarias con activa presencia en la región en sus planes de inversión, se explica, en la debilidad actual del mercado español. Nadie sabe a ciencia cierta qué va a pasar en España, todas las previsiones sobre mejoras fallaron en el último año, y paso a tener un déficit público del 10,4% y un nivel de desempleo insostenible.

Sin embargo, se supone que, tras el desplome, algunas compañías podrían empezar a mostrar señales de recuperación a fines de 2010. Después de terrible 2009, es posible, quizá, pensar en algún rebote en los sectores más dinámicos de la economía, pero lo que no va a cambiar es la tendencia hacia el aumento del desempleo. Costará años reparar todo el daño causado. La solución al grave problema de la desocupación, que ha hecho que desaparecer de un plumazo la sensación de riqueza colectiva vivida por la población hasta hace dos años, es la principal barrera hacia la recuperación de la prosperidad perdida en el futuro inmediato. También el consumo doméstico, profundizaría su caída en un 2% para fines de 2010, ha ofrecido en los últimos meses postales hasta hace poco impensadas en la España que llegó a ser considerada un modelo de desarrollo económico. La crisis se nota en la sensible reducción del número de pasajeros de trenes urbanos y suburbanos, es decir, de aquellos que van desde sus hogares hasta el trabajo todos los días. Los problemas no se agotan en los devastadores índices económicos. El nivel del diálogo político tampoco ofreció garantías de una discusión constructiva sobre posibles salidas a la crisis, tanto el oficialismo como la oposición sufrieron un grave desgaste ante la opinión pública tras la escalada de acusaciones cruzadas sobre corrupción y malversación de fondos que alejaron aún más a los políticos del electorado. El año que acaba de terminar dejó en evidencia un fenómeno que ya se insinuaba en los últimos años, que es la falta de preparación en la actividad privada tanto del PSOE como del Partido Popular [PP], que debería ser la alternativa de recambio. Todo ha terminado en un intercambio de insultos de muy bajo nivel y, lo que es peor, al borde de la ruptura del diálogo en el Congreso. Estas situaciones me recuerdan un país latinoamericano del que mejor no hablar.

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