marzo 09, 2010

Néstor, matar o morir

En una imagen patética y que solo vuelve a demostrar que clase de nefasto personaje es Néstor Kirchner, 10 días atrás tuvieron lugar los hechos que a continuación relato. Eran las 19.50, el ex presidente reaparecía en La Plata después de su operación en la carótida, las luces de frente en la cara disimulaban la cicatriz en el cuello y marcaba, desde la primera frase, cuál sería el tono de su vuelta al ruedo político. Estoy acá, como siempre, para dar todas las batallas, abrió los brazos, y empezaron a llover aplausos desde las tribunas. Así enfáticamente comenzó a destilar todo su veneno contra la "máquina de impedir" de la oposición, contra los medios de comunicación, y en especial el Grupo Clarín y contra la Justicia. La justificación del por que de tanto odio, la resumió en una frase tan ridícula como la puesta en escena de su regreso; "No quieren que Cristina gobierne". Aparte de todas las críticas y los cuestionamientos, anunció que el Gobierno no buscaría ningún acuerdo con la oposición. Sólo unas horas antes el kirchnerismo había frustrado en el Senado la nueva conformación de las comisiones gracias a la ausencia del ex presidente y senador por La Rioja Carlos Menem. No vamos a hacer acuerdos para traicionar las banderas de transformación de la patria dijo, y remato con mas odio, "No es una cuestión de modales, cada uno es como es, los muchachitos de buenos modales sabemos adónde nos llevaron. Nosotros no sé si tenemos buenos modales, pero tenemos buenas ideas.

Mientras el líder peronista hablaba, un militante sonriente sacudía un cartel negro que decía Kirchner 2011, “pobre”. El hombre insistía en que la oposición solo busca apoderarse de la burocracia del Estado para montar una máquina de impedir. Ese fue el eje de su repetido discurso, con interés en la pelea por el control del Congreso, y enseguida lo relacionó todo otra vez con el Grupo Clarín. El monopolio nos ataca porque tiene intolerancia a vivir en democracia, dijo. Y termino como siempre desvariando y mezclándolo todo, la ley de medios audiovisuales, el "partido judicial", los opositores a quienes en su ira se refirió como, alcahuetes de ese monopolio, ¡Sean libres!", pidió. Habló de números de reservas, detalló cifras, dio explicaciones sobre las tasas y la importancia de la "liquidez presupuestaria", y otra vez volvió al eje principal, ¿Por qué algunos se oponen? Porque lo único que les importa es tratar de ser gobierno de cualquier forma, dan pena. El acto fue una forma de dar una muestra ejemplificadora de lo que se viene, no hay vuelta atrás. Kirchner lo hizo evidente ante el público, aportado en su mayoría por caciques del sur del conurbano, los sindicatos de Moyano, grupos piqueteros. Todos estuvieron en primera fila, frente al público, mientras el ex presidente se refería al futuro. Habló dos veces de las próximas elecciones presidenciales, en ambas repitió lo mismo: "Estamos trabajando para ganar en 2011". Y volvió a un clásico de la campaña anterior, "No sé si será compañero o compañera. Pero aportaremos el futuro presidente". Kirchner terminó apelando a las lágrimas para explicar el sentimiento del regreso, justo antes de que empezara a sonar otra vez la marcha peronista. Como en todos los actos del kirchnerismo, solo que a esta altura de las circunstancias da lo mismo a que recurso apele, basta con recordar las cifras de los comicios de junio de 2009.

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