marzo 22, 2010

Superávit vs gasto público

Ambos factores impulsaron el gasto público más que otros y combinados con la desaceleración de los de ingresos tributarios de 2009, acabaron con el superávit fiscal del que la Argentina se había enorgullecido tras salir de su crisis, entre 2003 y 2008. En 2010, pese a que la economía crecerá al menos entre un 3% y un 7%, el déficit del año pasado se repetirá, y por eso el gobierno de Cristina Kirchner busca aumentar su financiamiento mediante reservas del Banco Central. Los factores, entonces que mencionábamos son los, por ejemplo dos millones de argentinos que iban a quedarse sin jubilación, por aportes insuficientes, y la están recibiendo. También los 9,5 millones de hogares, que pagan la electricidad a precio subsidiado. A partir de 2003, el país consolidó años de fuerte ahorro fiscal. En 2004, Kirchner sobrecumplió su repetida meta del 3% de ahorro primario, 3,9%. En 2005, año del canje de deuda en default, el primario fue del 3,7% y el fiscal, del 1,8%. En 2006, el primario siguió bajando, al 3,5%, y el fiscal se mantuvo sin cambios. En 2007, año electoral, el primario cayó a 3,2%, pero hubiera sido del 2,2% si no fuera por los ingresos extraordinarios de la reforma jubilatoria que daba a los aportantes de las AFJP la opción de volver al sistema estatal. El ahorro fiscal descendió al 1,1%, pero hubiese sido del 0,2% sin esos fondos. En 2008, pese al conflicto agrario y el estallido de la crisis mundial, el superávit primario subió al 3,2% y el fiscal, al 1,5%. Sin la reforma previsional que acabó con las AFJP, esas cifras hubiesen sido ligeramente menores: 3,2% y 1,4%, respectivamente. En 2009, la economía se contrajo 2,2%, según Barclays, uno de los bancos que asesoran al Gobierno en el futuro canje de deuda, el ahorro primario descendió a 1,6% y el resultado fiscal fue deficitario en 0,6%. Esta cifra es menor que la de otros países emergentes, ya que sólo unos pocos tienen una deuda mayor o igual que la de la Argentina (52% en relación con el PBI), la India (90%), Brasil (69,1%) y Uruguay (52,1%), tres países con acceso al financiamiento en los mercados y sin deuda pendiente de renegociación. Sin los ingresos extraordinarios de la eliminación de las AFJP y de los derechos especiales de giro (DEG) que el Fondo Monetario Internacional envió a todos sus socios como resguardo ante la gran recesión, en la Argentina no hubiese habido superávit primario, sino déficit de 1,3%, y el rojo fiscal hubiese sido mayor: de 3,5%.

A partir de 2006, y con mayor intensidad en los últimos dos años, la dinámica de crecimiento del gasto se hizo completamente inconsistente con la evolución de los recursos, y la tendencia se acentuó en 2007. El gasto primario creció 41%, mientras que la recaudación lo hizo en 33%. El resentimiento fiscal ha sido progresivo, pero el crecimiento del gasto fue mayor el año en que Cristina Kirchner ganó las elecciones en 2007, es decir, incentivaron por demás el crecimiento, lo que se tradujo en un salto de la inflación por encima de los dos dígitos, que se mantiene hasta la actualidad. Debieron haber ahorrado recursos fiscales para tiempos de crisis. El resultado fiscal de 2008 no fue nada malo pero se dilapido con el gasto. En 2009, el gasto primario creció 25% y la recaudación, 13%. Lo más llamativo del aumento del gasto de los últimos años fueron los subsidios al transporte, la energía y los alimentos, que pasaron de casi cero en 2004 a 35.000 millones en 2009, y las jubilaciones, que pasaron de 23.000 millones a 83.000 millones. Luego de la crisis vivida por la Argentina a fines de 2001, que llevó el gasto a niveles mínimos, era razonable un crecimiento del gasto que atendiera los desafíos más importantes de los sectores más vulnerables. Hay iniciativas, como la ampliación de la cobertura previsional, que han generado un efecto distributivo positivo. Lo criticable es que la política de gasto no se haya adaptado al nuevo escenario macroeconómico con un crecimiento más moderado de los ingresos y mayor inflación. Había margen para mejorar la asignación de recursos. El ejemplo más obvio es el de los subsidios a las tarifas de los servicios públicos, que benefician a los habitantes de Buenos Aires. Se fue dilapidando el ahorro fiscal y entonces los recursos extraordinarios pasaron de 1000 millones en 2004 a 38.000 millones en 2009, incluidos los del Banco Central, el Banco Nación, las AFJP, la Anses [Administración Nacional de la Seguridad Social] y los DEG.

Para 2010, el Gobierno ya no tendrá los DEG, pero contará con 20.000 millones de transferencia de utilidades del Banco Central y con 9000 millones de préstamos de la Anses. A su vez, elevará 21,7% el presupuesto de jubilaciones, que aumentará 8% este mes y 6% en septiembre, mientras los subsidios aumentarán 43,7%, pero no por los destinados a mantener los precios, sino por la creación de la asignación universal por hijo, que la reciben 1,8 millones de hogares, contra un millón que percibían los planes Jefes de Hogar y Familias. En 2010, la recuperación de la cosecha y los mayores ingresos fiscales no necesariamente conllevarán un incremento en el superávit. De todos modos, no hay desbalances macroeconómicos que por sí solos conlleven a un desastre, eso sí, habrá que ver qué pasa con la política.

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