junio 24, 2010

Los anuncios y la burocracia del Gobierno van de la mano

Parece ser que el Bicentenario de la revolución de mayo de 1810, da para todo. Desde los festejos en conmemoración de esa fecha patria, y pasando como ejemplo por el último torneo de football local, y por su puesto el controvertido Fondo de Desendeudamiento del Bicentenario, todo acto de gobierno es, “del Bicentenario”. Y ahora, la presidenta Cristina Kirchner con otro de sus grandilocuentes discursos anunció entonces la próxima implementación de un programa de créditos para empresas que denominó Financiamiento productivo del Bicentenario y estará destinado a estimular la oferta local de productos y servicios y reducir nuestra dependencia de los insumos importados. Los préstamos se ofrecerán en pesos a un plazo máximo de cinco años y a tasas como nunca se dieron en las últimas décadas, se entusiasmó. La idea del Gobierno sería aprovechar el clima del post Bicentenario con la intención de recrear confianza. Este es el primer paso que da el Gobierno en un paquete que comprendería otras ofertas financieras. Podría abarcar otros tipos de créditos para personas, por ejemplo hipotecarios o de consumo. En un acto en el salón de las Mujeres, Cristina Kirchner anunció una línea de financiamiento para Pymes de 8.000 millones de pesos a tasa fija menor al 10% y a un plazo de 5 años. Aludió de esta manera al tope del 9,9% anual que el Estado le impondrá a las tasas de interés vigentes en el mercado en créditos para inversión que hoy van del 14 al 20% aproximadamente, ya que se trata de recursos que, si bien serán colocados por entidades financieras púbicas y privadas, serán aportados a éstas por el Banco Central (BCRA) a cambio de la cesión de títulos públicos que los bancos que adhieran tengan en sus carteras de inversión. Este es un viejo mecanismo conocido como redescuentos.

En esta línea para pymes, trabajaron los ministros de Economía, Amado Boudou, de Industria, Débora Giorgi, el titular del Banco Nación, Juan Carlos Fábrega, y la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont. La medida confirma que el Gobierno pasó a darle a la entidad monetaria un rol más activo tras su último y desprolijo recambio de autoridades, a la vez que genera temores por el impacto inflacionario que podría tener, ya que si bien se diseñó como una medida para combatir ese fenómeno al alentar la oferta productiva, en su primera etapa significará inyectar más dinero al mercado. La línea contará, en principio, con hasta $ 8000 millones hasta fin de año. Bien y aquí hay que hacer un alto, para ver porque esto es solo otro anuncio más y en eso morirá. Sus potenciales destinatarios tendrán que pasar, por lo menos, dos filtros, el de una evaluación pública, una comisión en la que confluirán funcionarios de los ministerios de Industria, Agricultura y Economía, que analizará si se trata de proyectos de impacto estratégico y el del propio banco, que evaluará el riesgo crediticio en sí, es decir, nadie cumplirá con los requisitos. El ministro de Economía, Amado Boudou, al presentar el plan planteó que los pedidos de créditos deberán hacerlos los particulares ante la comisión de los tres ministerios que intervendrán en la evaluación, la que se crearía en estos días por decreto. La última creada por esa vía de coordinación financiera, en la que debían confluir autoridades de Economía y del BCRA, jamás funcionó. La Presidenta evitó hablar de un plan y se refirió a las medidas que venimos tomando desde el 2003, en rigor de verdad, ninguna. En el caso del crédito a las pymes, en el Gobierno consideran que este tipo de préstamos apuntarían a destrabar los cuellos de botella en la producción, ya que desde la perspectiva oficial esa sería la causa de la suba en los precios.

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