julio 22, 2010

Más de la embajada paralela

Lejos de haber concluido con la caída de Claudio Uberti en 2007, las gestiones de la "embajada paralela" fueron nuevamente denunciadas al flamante canciller, Héctor Timerman. El ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, y su círculo más cercano de colaboradores mantienen operativa su "embajada paralela" en Venezuela. Así surge de un alerta que se emitió hace un mes desde la propia Cancillería en un cable diplomático. El ministro fue notificado de los problemas que sufren empresas argentinas por la actuación irregular de otro colaborador de De Vido, su ex secretario privado. José María "el Vasco" Olazagasti, oriundo de Lugano, tiene 35 años y sólo registra aportes jubilatorios como empleado del ministerio, adonde entró en el 2000, cada vez que sale del país escribe como su domicilio en la planilla de Migraciones Balcarce 50, esto es, la Casa Rosada. De Vido conocía a su padre, un fallecido operador justicialista, que lo recomendó para lo que hiciera falta. Comenzó siendo el hombre que atendía teléfonos y lo acompañaba a todos lados, pero se fue convirtiendo en una pieza fundamental de su círculo íntimo. La salida de Uberti agrandó sus espacios de acción y las responsabilidades de Olazagasti, quien tiene categoría C en el sistema que rige los salarios de la administración pública. Esto es, $2.500 por mes, el salario más alto entre los empleados sin título profesional. La agitada agenda de Olazagasti repite el resto de las rutas de Uberti, el ex funcionario que está siendo investigado en la justicia por traer al valijero, y por su rol en los negocios bilaterales con Venezuela. Además de Caracas, también aterriza en Ecuador, Perú, Brasil, Bolivia y España. Las coincidencias entre los dos son muchas más, Olazagasti suele utilizar aviones privados para sus misiones, hace permanentes viajes relámpago y se sienta en rondas de trabajo con funcionarios chavistas sin informar a la Embajada argentina en ese país.

La alerta diplomática se emitió el viernes 25 de junio. Informó que Olazagasti, ahora jefe de Ceremonial del Ministerio de Planificación, excluyó a dos empresas argentinas, mientras que privilegió a otras firmas locales con las que su ministerio mantiene una mejor sintonía; entre ellas, la firma cordobesa Electroingeniería, de excelentes contactos en la Casa Rosada. El signatario del cable es el subsecretario de Integración Económica Americana y Mercosur, Eduardo Sigal. Hombre de ideas políticas kirchneristas y uno de los funcionarios más importantes de la Cancillería desde hace años, Sigal reportó a sus superiores sobre la peculiar actuación del asistente de De Vido en Caracas. Las empresas perjudicadas ahora por la operatoria "paralela" de Olazagasti, según surge del cable que Sigal envió a sus superiores, fueron dos. Hidro-Grubert, dedicada a la producción de grúas y elevadoras hidráulicas, y EMA SA, que es "la más importante empresa en la Argentina dedicada a la producción de equipos electromecánicos de maniobra". Las dos empresas, Hidro-Grubert y EMA, fueron perjudicadas por una razón contundente, ambas se habían negado a entrar en la "operatoria" montada desde el Ministerio de Planificación y, tras obtener la homologación requerida para sus productos, optaron por contactar en marzo de este año y por su cuenta a la Corporación Eléctrica Nacional de Venezuela (Corpoelec). Ese abordaje pareció funcionar. Pero sólo al principio, porque las empresas argentinas mencionadas no fueron convocadas a la firma del programa de trabajo referido entre Corpoelec y el llamado Grupo de Suministro de Empresas Argentinas de Materiales y Equipamientos Eléctricos (GESA), a pesar de encontrarse formando parte de la delegación de empresarios argentinos presentes en las reuniones, es decir, porque Olazagasti montó una "reunión paralela". Olazagasti se mueve con autonomía propia, por ejemplo; el 4 de noviembre de 2008 mientras De Vido estaba en Buenos Aires reunido en su despacho con el gobernador de Córdoba, Olazagasti despegaba de aeroparque rumbo a Caracas en un Challenger matrícula LV-BPV propiedad del empresario Juan Navarro. Solo ese vuelo costó 480 mil pesos.

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