noviembre 17, 2010

El día en que todo cambio

En medio de la congoja, entre cantos de militantes kirchneristas, al caer la noche Cristina Kirchner luego de más de 11 horas frente al féretro cerrado de su esposo, Néstor Kirchner la Presidenta se retiró a la residencia de Olivos. Eran las 22.40. Se sentó y se levantó. Lloró y sonrió. Recibió gritos de apoyo, ruidosos aplausos, vio pasar frente a sí a miles de personas; se abrazó a visitantes ilustres y a ciudadanos comunes que lloraban. Con las horas, la Presidenta, apostada detrás del cajón, lució más repuesta. Se retiró a almorzar a su despacho a las 13.50, con sus hijos, y regresó a las 15.05. Les pusieron unas sillas a ella y a sus hijos para tolerar la espera. "¡Presentate, presentate!", le gritó un simpatizante. Ella respondió: "Sí, una más". Es lo que quería Néstor. Se sintió fuerte con la muestra de calor de la gente. Nunca se separó de sus hijos durante el velatorio. Buscó apoyo en ellos. Se dejó abrazar y besar en la cabeza por Florencia en media docena de oportunidades. El dolor, el llanto y los sollozos unieron a ambas. Máximo parecía el más entero para sostener a la madre, aunque se quebró en varias oportunidades. No aceptó saludar a todos. El secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, ofició de maestro de ceremonias; se le acercaba a informarle al oído quien llegaba. Sólo si ella daba el visto bueno, los arrimaba. Privilegió, entre otros, a los presidentes extranjeros, a las Madres de Plaza de Mayo, a Diego Maradona, a Marcelo Tinelli, Alberto Samid, al cuerpo diplomático y a obispos, rabinos y religiosos ortodoxos y musulmanes. No saludo a ningún dirigente de la oposición, pese a que varios se acercaron a expresar sus condolencias. El jefe de la CGT, Hugo Moyano, pasó unos minutos le habló al oído, pero ella no contesto. La frialdad de ese saludo fue uno de los comentarios obligados, tal vez por esa fuerte discusión telefónica que mantuvieron la noche anterior Néstor y Moyano, el tiempo lo dirá.

Y mientras el mediático y doloroso velatorio ocurría, desde el Gobierno se lanzó por medio del canciller, Héctor Timerman, el objetivo de la reelección en 2011. Cristina está destruida por esta pérdida, pero es una líder política y está preparada para asumir los compromisos que le toquen y gobernar este país. Va a seguir gobernando por el mismo camino, afirmaba Timerman. El canciller estimó que Cristina Fernández de Kirchner, volvería a ser la presidenta de todos los argentinos, aunque aclaró que la decisión de ser o no candidata la debía tomar ella, y si es así para que abrió la boca el canciller. Se decía que podía ser pingüino o pingüina, que podía ser él o ella, ahora seguro va a ser ella, fueron las palabras de Timerman, nada menos que en declaraciones a la emisora CNN. Cristina va a ser candidata de los argentinos y va a ser ganadora de las elecciones no tengo ninguna duda. El canciller debería haberse abocado a sus deberes como funcionario, y no hablar pavadas durante el velatorio del ex presidente Kirchner pero claro había que medir popularidad e intención de voto en medio de la tragedia. La Presidenta no es una líder política por derecho propio, es la viuda que hereda, es la titular del ejecutivo, pero no la conductora del gobierno porque aunque fue elegida, ese conductor era Néstor Kirchner. El ex mandatario también en el ámbito regional, era para algunos, la esperanza de la Unasur. Los presidentes latinoamericanos transmitieron su conmoción por el fallecimiento del ex presidente del que se dijo, lo consideraban como un hermano mayor. A la luz de los tiempos por venir seguramente esa concepción desaparezca tan rápido como surgió, y de boca de los mismos que la crearon, y difundieron.

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