enero 31, 2011

Lo que quedo de 2010 Parte II

En Argentina, es así damos un paso adelante, y dos atrás, y no se trata de una broma o un comentario que tenga intención de ser gracioso, lejos muy lejos de ello, es la lectura más clara del impacto que tuvo el alza de los precios en 2010 sobre la principal política oficial, la redistribución del ingreso. Esta frase utilizada como caballito de batalla por la Presidente de la nación jamás ciertamente tuvo significado alguno, los pobres siguen siendo pobres los indigentes siguen siendo indigentes mientras el gobierno no acepta, que las supuestas mejoras en planes sociales, salarios y haberes jubilatorios implementadas fueron erosionadas por la inflación. El alza de precios afectó obviamente a los estratos más bajos de la sociedad, que destinan sus ingresos a bienes básicos. Esta demás repetir que los números del Indec, siguen falseando la realidad ya que ubicó en 10,9% la inflación de 2010. La marca a grandes rasgos se ubicó encima del 27,8%. Pero el aumento de la canasta de alimentos fue mayor, por ejemplo, veámoslo en el paquete de productos básicos el cual se encareció 33% de enero a diciembre, hasta los $1122,3. En cambio, el costo de la misma canasta básica alimentaria (CBA), según el Indec, fue cercano a la mitad, unos $578,58. La inflación real golpeó también el poder de compra de la asignación universal por hijo, que es de $220 desde septiembre pasado. Así, esta forma de alimentar vagos y de comprar votos, o también llamada asistencia social tampoco cumplió el objetivo de combatir la pobreza. La inflación evaporó los beneficios de la asignación universal en términos de la tasa de incidencia de la indigencia y la pobreza. El aumento provoco una reducción del 12% en el nivel de compra del monto de ese plan en relación con lo que se podían comprar al momento de implementarse el programa, en diciembre de 2009, teniendo en cuenta que la canasta de alimentos de trepó 39% en ese período.

Desde otro enfoque, cuando se lanzó el programa, el monto representaba el 70% de la canasta básica alimentaria para un adulto y, en la actualidad, equivale sólo al 48%. El poder de compra de los beneficiarios, según marcan los números se achicó a $130 en diciembre, la conclusión surge del lógico contraste entre el avance de los alimentos y por consiguiente el retroceso del poder adquisitivo. Para mantener el poder adquisitivo inalterado, el plan debería haber pagado $261 en diciembre es decir un 40,5% más que en igual mes de 2009 y haberse ido ajustando sucesivamente por inflación. Por otra parte, el coeficiente de variación salarial del Indec avanzó 22,4% hasta noviembre en el nivel general, sin embargo, ese indicador oficial de remuneraciones quedó por detrás o casi a la par según qué medición se tome. Ahora bien, hay un problema más grave, y se da en el sector informal, donde el Indec estimó un 23% de alza salarial allí el aumento de la canasta duplicó al de los salarios en negro y generó una pérdida del 13% en el poder adquisitivo, fácilmente visible al contrastar las mediciones oficiales. En cuanto a jubilaciones se refiere, existió un deterioro del 10%, aún sobre las dos subas del año, que sumaron cerca del 27% por la ley de movilidad, esa normativa, protegió en gran parte a los haberes de la inflación. El mínimo pasó a $1046,5, y con PAMI, a $1091,5. Sin embargo, la cifra quedó muy lejos de la canasta elaborada por la Defensoría de la Tercera Edad, de $2458,81. La inflación hizo crecer la recaudación y el Estado así pudo transferir más a los hogares, pero en el tiempo eso se termino licuando y acabo siendo una mentira más.

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