Luego de 2007, ya con la situación económica financiera estabilizada, Venezuela dejó de estar interesada en tomar deuda argentina. El segundo capítulo es la importación de combustibles desde ese estado, también producto de una crisis de abastecimiento, en este caso energético. El primer acuerdo para el envío de fueloil bolivariano comenzó en 2005, junto con un proyecto abandonado del Gasoducto del Sur, que llevaría combustibles desde el Orinoco hasta el norte argentino. Lo único que funcionó fue el envío de fueloil, que desde 2006 hasta hoy abastece la demanda local por la baja producción, y que es comprada con un plan de pagos del 20% al contado y cuotas mensuales que son luego liquidadas en las tarifas a los usuarios. Cualquier otro proveedor, sobre todo en aquel 2005, le exigía a la Argentina el pago al contado en dólares. El tercer capítulo, el saldo en la balanza comercial, es en lo que la Argentina más se benefició con el chavismo. Durante la década del 90 y hasta 2003, el intercambio comercial entre los dos países era marginal y limitado. Desde 2004 hasta 2005, con los primeros acuerdos de apertura económica entre Chávez y Kirchner, comienza a aumentar lentamente la compra y venta de bienes hasta llegar a un intercambio total de US$1800 millones en 2011. El impulso aumentó en 2007 y luego en 2009, cuando los dos países firmaron un tratado comercial que posibilitó a los industriales argentinos acceder a las compras gubernamentales con preferencias sobre terceros países.
El acuerdo les permite a empresas argentinas participar en sectores puntuales de licitaciones bolivarianas, en igualdad de condiciones que los oferentes locales. Cambió así el eje de la matriz exportadora hacia Venezuela, pasando de productos primarios y alimentos a automóviles y material de transporte, manufacturas de hierro y acero, maquinarias y material eléctrico, carnes elaboradas y productos farmacéuticos como principales envíos hacia el estado caribeño. Venezuela pasaría a convertirse en el séptimo mercado para las exportaciones argentinas, después de Brasil, China, Estados Unidos, Chile, España y Canadá. Superará en 2012, por ejemplo, a Alemania, los Países Bajos, Uruguay, India y Rusia, todos estados tradicionalmente más receptivos que el venezolano para los envíos argentinos. Se supone que hacia adelante la situación mejorará, no sólo por la victoria chavista, sino por el ingreso de este país al Mercosur. Sólo con la eliminación, aunque paulatina, de las barreras para las exportaciones locales, proceso que demandará seis años, los industriales argentinos tendrían una potencialidad mayor frente a, Colombia, México y Perú, habituales proveedores hacia Venezuela. Hay reservado un cuarto capítulo sobre las ventajas que puede tener la Argentina con la continuidad del Gobierno bolivariano, una posible alianza entre PDVSA y la renacionalizada YPF, para aumentar rápidamente el nivel de producción de la petrolera local para abastecer el mercado interno. Según el Gobierno de Cristina de Kirchner, éste es el principal negocio bilateral hacia los próximos años.
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