Por ejemplo, luego de una investigación realizada a partir de decenas de decretos y resoluciones del Senado, que preside Boudou, quedo demostrado que el año pasado, en cada viaje de cabotaje que efectuó, llevó consigo entre seis y 15 custodios, que por viáticos, y sin tomar en cuenta los gastos de hotel, cada agente recibió entre 900 y 1900 pesos diarios, por lo que cada movimiento por nuestro país nunca costó menos de 30.000 pesos promedio y sólo por ese concepto. Pero también los viajes al exterior del vicepresidente lo muestran rodeado de comitivas numerosas, en los que no sólo lleva custodios, también entre cinco y diez asesores directos, según sea el destino. Así, los costos se van incrementando, en Suiza se llegó a pagar 25.660 dólares sólo por viáticos, y en Francia, unos 21.600 euros. En 55 viajes al interior analizados se gastaron $1.870.126 sólo en viáticos para sus acompañantes. En siete internacionales se emplearon $968.686 para pasajes y 102.288 dólares, más 21.600 euros en viáticos. Ante este despliegue de acompañantes y asesores, es preciso tener en cuenta que se ha tratado de viajes protocolares. Es bien sabido que ésa es prácticamente la única función que cumple este controvertido funcionario que sólo por el capricho de la Presidenta logró llegar a tan alto cargo, y que gracias al mismo capricho presidencial se mantiene allí contra viento y marea mientras sigue protagonizando escándalos.
Por otra parte, ¿qué riesgos corre la vida de este hombre para forzar a los argentinos a pagarle los viáticos de los diez custodios que, en julio del año pasado, tuvieron que acompañarlo en un viaje a Marcos Paz que sólo duró un día y por el cual recibieron $1996 cada uno por viáticos? A raíz de la nota de un diario Boudou esgrimió como defensa que su antecesor en la vicepresidencia, Julio Cobos, había gastado más que el. Sin embargo Boudou no desmintió la información, y su reacción demuestra una actitud frecuente en nuestros dirigentes, alegar que sus adversarios políticos hacen o han hecho lo mismo que a ellos se les critica, como si con eso quedara legitimada cualquier inconducta. Independientemente de que lo enoje o no la información que publican los medios, el vicepresidente debe recordar que los funcionarios son responsables por sus obligaciones fiduciarias. Los que tienen derecho a exigir una rendición de cuentas no son los adversarios políticos, sino los contribuyentes y los ciudadanos en general, que sí tienen un "contrato" con los gobernantes. De eso se trata, precisamente, la República.
Donde mejor puede apreciarse la altura moral del vicepresidente es en su reacción ante otra reciente investigación referida, esta vez, a sus gastos realizados en la compra de muebles de lujo para renovar su despacho oficial en el Senado, gasto que ascendió a casi $100.000 por un escritorio de estilo italiano, mesas y sillas de diseño norteamericano e iluminación. "Ahora están con que me compré un escritorio y una mesa como si me los hubiese llevado a mi casa” dijo, e intento justificarse diciendo que el despacho estaba en muy mal estado. Pero no es necesario llevarse bienes ajenos a la casa para infringir normas éticas. En el caso de malversación de fondos públicos se trata de conductas tipificadas en el Código Penal. Diferente es el mal desempeño, pues se refiere a un concepto jurídico indeterminado que queda en manos del Congreso precisar en el caso de Boudou. Tales actos pueden incluir impericia o negligencia para el ejercicio del cargo, falta de idoneidad moral e, incluso, inhabilidad psíquica. Boudou mansilla la vicepresidencia así como lo hizo en todos los cargos que ocupo, y nuestra sociedad requiere medidas aleccionadoras frente a la corrupción que tanto nos aqueja, para así lograr la recomposición de esta, nuestra tan debilitada República.
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