marzo 14, 2013

DEL USO Y ABUSO DE LAS MASAS

El concepto del plan no es nuevo, y en rigor de verdad es bueno pues sirve para iniciar al trabajador en el mundo del trabajo, pero es bueno mientras sirva como empalme final con el sector privado. Ahora si se termina eternizando en el tiempo, corre el riesgo de ser utilizado políticamente, como sucede actualmente en nuestro país. Ahora bien, ¿qué será lo que motiva este boom cooperativista, sobre todo en Buenos Aires?, fácil, la clave está en el plan Argentina Trabaja, el plan asistencial que concentra el Ministerio de Desarrollo Social por unos $8000 millones anuales. El requisito básico y obligatorio para ser beneficiario del plan es integrarse a una cooperativa de trabajo, los municipios a través de sus punteros conforman grupos de aproximadamente 60 personas en estado de vulnerabilidad social, que adoptan la figura de cooperativistas con la finalidad de trabajar en obras de pequeña envergadura e interés comunitario como construcción y reparación de calles y veredas, refacción de plazas, entre otras actividades. La contracara de esto es obvia; “Requisitos: Cada cooperativista tiene una carga horaria de 30 horas semanales y cobra, por medio de una tarjeta, $1200 mensuales más la posibilidad de otros $300 por productividad y otros $250 por presentismo. Esto representa el 70% de la partida total del plan; el 30% restante financia supuestamente materiales, insumos y herramientas, dinero que en realidad va directamente a las arcas de los municipios y no de las organizaciones sociales a cargo de las cooperativas.

Otra receta copiada al detalle del régimen bolivariano. Crear cooperativas "atadas" al gobierno. Si no se es adepto no obtienen ni un centavo, y los papeles demoran meses o no salen nunca. Cuando tienen ya instalado su microemprendimiento, reciben visitas periódicas de un inspector que, además de verificar que están trabajando, se ocupa de leer el discurso adoctrinante y trae remeras y gorras rojas para todos. Obvio que tienen que ir a cuanta marcha o concentración se organice”. Lo que pasa en Argentina es típico de un país subdesarrollado. Nos hace retroceder en el tiempo. No hay gestión de gobierno en serio que tienda a un desarrollo integral. No hay seriedad, todo se limita a una desmesurada apetencia por el poder. Lo que cabe preguntar es para qué se procura ese poder, y la respuesta es fácil, solo para la satisfacción personal de quien lo ejerce. Es buscar privilegios y nivel de vida en un contexto deprimido y sin futuro, con alejamiento del mundo desarrollado y vínculos con otros tantos países de igual nivel. Esa fiebre socialista con color marxista implica colocarnos fuera del tren del desarrollo. Hoy hay crisis en el mundo, si, pero no es ni la primera ni la última, y cuando sea superada, los desarrollados volverán al esquema de vida social tradicional mientras nosotros, con ideas perimidas permanecemos fuera de ese sistema. Entonces se recurre para convencer a un patrioterismo engañoso, sin inversión productiva, con pago por militancia, y con una fuente de corrupción por falta de controles. Cuando se conocen estas cosas, con una inteligencia media irremediablemente se siente pena por un país sumergido en la búsqueda de poder corrompiendo conciencias con subsidios para pagar la militancia.  Lástima por Argentina que carece de una administración seria, con visión de futuro, en construcción permanente para entrar de una vez al mundo desarrollado.

Todavía discutimos sobre las bondades del socialismo, nos aglutinamos con otros iguales que tienen una única explotación importante proveedora de divisas. En Venezuela, el petróleo; en Argentina la soja y el agro. Todo es doméstico, todo es confrontación, disenso, pelea por cuota de poder y lucha para mantener ingresos en un país rico e inexplotado. Todo lo que una persona recibe sin haber trabajado para obtenerlo, otra persona deberá haber trabajado para ello, pero sin recibirlo. El gobierno no puede entregar nada a alguien, si antes no se lo ha quitado a alguna otra persona. Cuando la mitad de las personas llegan a la conclusión de que ellas no tienen que trabajar porque la otra mitad está obligada a hacerse cargo de ellas, y cuando esta otra mitad se convence de que no vale la pena trabajar porque alguien les quitará lo que han logrado con su esfuerzo, eso puede resultar ser el fin de cualquier nación. Es básico, “No se puede multiplicar la riqueza dividiéndola”. Y si algo nos define hoy podrían ser estas palabras: “El desaliento, el quebranto, la inmoralidad, no surgen de los bajos fondos sociales, vienen de las altas esferas. Hoy se sacrifica todo, el honor, la palabra, la fe jurada ante los hijos y la patria, para descender luego a los goces materiales, por gustar con fruición de sibaritas los placeres de la sensualidad y el de gobierno. Hoy no se busca la posición política para poner a su servicio talento, carácter, patriotismo, sino para que aquella sirva a los fugaces caprichos de oscuros bienes, de miserables sueños"; Leandro N Alem.

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