Luis D'Elía, de la agrupación kirchnerista Miles, experimentó un cambio casi camaleónico. El día que se anunció la designación de Bergoglio, dijo que el nuevo papa "era a América latina lo que Juan Pablo II fue a la Unión Soviética, y que este era el nuevo intento del imperio por destruir la unidad latinoamericana". Estela de Carlotto, presidenta de la asociación Abuelas de Plaza de Mayo, había dicho que Bergoglio "perteneció a la Iglesia que oscureció al país"; ahora sostuvo que el Sumo Pontífice "puede abrir puertas para saber dónde está el resto de los desaparecidos". Y quien abrirá las puertas para por ejemplo esclarecer lo sucedido un 1º de agosto de hace 34 años atrás, cuando ocurrió el artero y cruel asesinato, que le costó la vida a Paula Lambruschini, una adolescente de tan solo 15 años de edad, también con la muerte de la Sra. Margarita Obarrio de Vila y Ricardo Álvarez. Tres víctimas inocentes, al igual que muchas más, lamentablemente olvidadas que claman por la verdad total, la memoria completa y la justicia imparcial. A las 01:40 hs. de esa madrugada, una bomba de fabricación casera pero con gran poder estalló en un edificio ubicado en la calle Pacheco de Melo entre Ayacucho y Junín de la ciudad de Bs. As., contiguo a ese edificio vivía el Almirante Armando Lambruschini. El artefacto explosivo fue colocado en la medianera de ambas construcciones. Al estallar destruyo sus cuatro primeros pisos y finalmente hubo que derribar las estructuras. Fallecieron en consecuencia Paula (15 años), David Kraiselburd (bebé de meses), María Guillermina Cabrera Rojo (3 años), Juan Barrios (3 años), Guillermo Capogrossi (6 años), Claudio Yanotti (9 años), Gladys Medina (13 años), Laura Ferrari (18 años), que también son niños y jóvenes adolescentes inocentes, pero víctimas del despiadado accionar de la guerrilla.
Durante más de 30 años, buena parte del pueblo de a pie miro en silencio, e incluso aplaudió gestos en favor de los derechos humanos, como el juicio a la Junta militar en los 80 recién llegada la democracia, pero los últimos terroristas que estaban en la cárcel salieron en el 83, sin ser juzgados como los militares porque se entendía que no eran presos culpables de nada, sino presos solo políticos. Pero en rigor de verdad también fueron asesinos, secuestradores, torturadores, etc. Las abuelas y las madres consiguieron mucho más de lo que se podía creer que conseguirían, pero ya está, los 70 son historia y mucha gente está harta de seguir viendo como sucesivos gobiernos siguen utilizando aquella época políticamente. Ha muerto mucha gente inocente por equivocaciones imperdonables, de ambos lados pero hay que recordar, hay que hacer uso de la memoria para no olvidarnos de que el pueblo argentino fue quien solicitó se tomarán acciones en contra de la guerrilla. Evidentemente no fueron las mejores pero así pasó, y todo comenzó por una lucha armada que el grupo conocido como montoneros comenzó, y estas abuelas y estas madres, ampararon dicha conducta. La pena que sentían muchos argentinos, hoy por sus actos y palabras sólo consiguen el hartazgo de ver tanta desfachatez en su accionar. Su causa en el principio estuvo bien guiada y con sentido. Ahora lamentablemente solamente es una fuerza mercenaria dispuesta a venderse al mejor postor por puestos políticos y subvenciones que no tienen control de ningún organismo público.
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