abril 20, 2009

ASI SON LAS COSAS

La grotesca propuesta del titular del Partido Justicialista, Néstor Kirchner, para que gobernadores provinciales e intendentes se postulen, respectivamente, a bancas de diputado nacional y de concejal, que finalmente no asumirán, constituye una burla al electorado que debería ser condenada por la ciudadanía. La propuesta kirchnerista es un indicador de lo poco que le importa al oficialismo el principio de división de poderes y, también, síntoma de la importancia que se le asigna a una reforma política que quien hoy ocupa el Poder Ejecutivo Nacional alguna vez se preocupó por propiciar. La presidenta Cristina Kirchner descalifica las críticas de la oposición, sostiene que son superficiales y destinadas a ganar minutos de rating, aún más lejos fue cuando dijo que sus contrincantes políticos no tenían un modelo político distinto. "No he escuchado nada alternativo a este modelo que proponemos". Es decir, si lo hubiera seria definitivamente mejor?

Invitar a los electores a votar por alguien que no asumirá el cargo para el cual se postula es, sencillamente, una falta de respeto al votante y una muestra más del habitual menosprecio de la clase política por nuestras instituciones. No menos insólito resulta escuchar a un intendente de un partido bonaerense anunciar que será candidato a concejal de su distrito con el fin de defender el proyecto del gobierno nacional.
Resulta francamente absurdo que, con el fin de "plebiscitar" la gestión del gobierno nacional o la de los gobiernos provinciales, los mandatarios de los distritos tengan que encabezar una lista para cargos legislativos que ni siquiera están dispuestos a asumir. Más ridículo aún suena que esos gobernadores e intendentes tengan que distraerse durante casi tres meses en una campaña proselitista para un puesto que tienen resuelto no ocupar. Hasta ahora, podía y debía suponerse que las cuestiones que se debaten en una elección de ediles eran típicamente locales. En adelante, se pretende hacerle creer al electorado que en cualquier simple elección de concejales estará en juego la política de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Este es el mejor ejemplo para ver el grado en que se ha desvirtuado la concepción del federalismo y del pobre nivel de cultura cívica de nuestra dirigencia política. Nuestra historia política reciente está tristemente llena de ejemplos sobre esta clase de manoseos institucionales. Desde un profesional de las dietas que asumió una banca de diputado por un día para obtener el derecho a una jugosa jubilación de privilegio hasta legisladores que asumieron sus bancas apoyando el programa de un partido político para mudarse de agrupación, una vez instalados en el Congreso. Desde diputados y senadores nacionales que, habiendo sido elegidos por una provincia determinada, incumplieron sus mandatos para postularse a otro o al mismo cargo electivo por otro distrito electoral, hasta ministros que dejaron su puesto para presentarse en comicios legislativos y que, tras ser elegidos para la función parlamentaria, volvieron a su cargo ejecutivo original. Pero lamentables, y vergonzosas como resultan estas maniobras no son patrimonio exclusivo del oficialismo. Que un diputado nacional elegido hasta 2011, como Felipe Solá, renuncie a ese mandato popular para presentarse nuevamente como candidato al mismo cargo que hoy ocupa es, a todas luces, insólito.

Del mismo modo, que la vicejefa del gobierno de la ciudad, deje ese cargo para lograr una banca de diputada nacional, es inoportuno e innecesario, e implica violentar un mandato que le ha conferido la ciudadanía. Si el puesto de vicejefe de gobierno porteño carece de mayor relevancia, pese a que es quien reemplaza a la máxima autoridad en caso de muerte o renuncia, el oficialismo de la ciudad debería ser el primero en propiciar la reforma de la Constitución local para eliminar el cargo. La clase política argentina debería reflexionar seriamente sobre estas situaciones, que no están haciendo más que desacreditar todavía más a una actividad que debería estar al servicio del bien común y no de pequeños intereses personales o de facciones. La tan mentada calidad institucional será cada vez menos alcanzable a este paso. Incumplir mandatos, dar rienda suelta a las mal llamadas "candidaturas testimoniales", además de sembrar confusión y distorsionar la voluntad del electorado, dista de ser saludable para un sistema democrático que, encuentra cada vez más obstáculos en quienes deberían ser sus principales defensores.

2 comentarios:

Mariel dijo...

Días atrás, el Gobernador de mi provincia (Entre Ríos) estuvo visitando el pueblo en el que vivo...y ante la pregunta de un reportero de si aceptaría la propuesta de ser "cabeza" de lista para las elecciones del 28/06, respondió: "el pueblo me eligió para gobernar"...Ahora bien, cuánto tiempo podrá sostener eso??? cuán costosa será para la provincia esa decisión??

Son actitudes que no se comprenden...y a mi, particularmente me generan pena...pena porque si se analiza, NO tienen más personas con "imagen" (a su entender)...necesitan utilizar las mismas figuritas...
MÁS VALE MALO CONOCIDO...

Saludos!

BE&P Consulting dijo...

Si, así reza el dicho del saber popular, pero no seria mejor para la provincia que este hombre de pésima gestión dejara su puesto?
No siempre resulta bueno el malo conocido.
Aunque parezca naif, siempre hay una opción mejor.
SALUDOS MARIEL