abril 21, 2009

¿QUIEN PAGA LOS PLATOS ROTOS?

La justicia francesa dio curso a un exhorto de la justicia norteamericana y dispuso embargar todas las cuentas bancarias de la embajada argentina en París. La medida hizo lugar a una presentación de un grupo de tenedores de bonos que quedaron fuera del canje de la deuda (hold-outs) y que, en conjunto, reclaman al país el pago de compromisos pendientes por un total de U$S 29.000 millones. La medida encendió una señal de alarma en la Casa Rosada, porque significa que a la supuesta negociación que había comenzado a desarrollarse con los bonistas que litigan contra el país en el exterior, se le acabó el tiempo, y la mentira tiene patas cortas. No es la primera vez que Griesa toma una decisión en ese sentido. Ya a fines del año pasado, el magistrado había dictado el embargo sobre los depósitos de las AFJP en los Estados Unidos, apenas se conoció el proyecto oficial para eliminar el sistema de jubilaciones privadas. Además, condenó a la Argentina a cancelar US$ 2243 millones a un grupo de tenedores de bonos que no ingresaron en el canje de 2005, y el Gobierno apeló la sentencia por que tenía "vicios procesales".

Ahora la Presidenta decidió apelar esta última disposición en Nueva York y en Francia. Las cuentas congeladas en París son por un monto de 1.000.000 de euros. La preocupación oficial no es por la cifra, sino por el gesto simbólico de Francia de dar curso a la petición norteamericana, Cristina Kirchner, creyó que el apoyo de del presidente galo en la Cumbre del G-20 por una mayor regulación y control del sistema financiero internacional y de las operaciones de los denominados "fondos buitres", significaba un aliado para más mentiras y manipulaciones de su gobierno. Pero una vez más se equivoco. El Gobierno dijo en su presentación que los fondos congelados son para el desarrollo de actividades diplomáticas y que no representan activos punibles de retención. Siendo que se trataría entonces de recursos para el desempeño de la actividad diplomática, están amparados por la Convención de Viena y serían, por ende, inembargables. Lo cierto es que las cuentas congeladas son para el pago de alquileres y servicios (luz, teléfono, gas y sueldos del personal diplomático). Carlos Zannini, evaluaría el alcance de la medida junto con Martín Redrado, y el canciller Jorge Taiana.

El Gobierno apeló las últimas sentencias de Griesa por considerar que tenían vicios procesales y lo mismo hará en este caso. Pero la decisión de embargar todos los fondos de la Argentina en Francia por el viejo default con los holdouts es un hecho importante, ya que hay una larga historia de sucesos protagonizados por Néstor Kirchner, no resueltos que ahora recaen sobre el gobierno de su esposa. Griesa tuvo con la deuda argentina una larga paciencia. No obstante, esa paciencia se colmó, dicen, cuando el gobierno argentino aceptó pagarle a Hugo Chávez tasas de interés del 14% anual y cuando, anunció que pagaría la deuda con el Club de París. Lo cierto es que el Gobierno tomó el dinero de Chávez y los ahorros de las AFJP, y no saldó la deuda con el Club de París. Este default y el de los holdouts quedaron abandonados en medio de la crisis económica. Néstor Kirchner quería pagarle todo en efectivo al Club de París y no aceptaba ninguna refinanciación porque se negaba a pasar por las revisiones rutinarias del FMI. El default no resuelto desde hace casi ocho años totaliza unos U$S 28.000 millones nominales entre holdouts y el Club de París.

Millones de argentinos, por ejemplo, se han desmayado de estupor, y muchos más seguirán sorprendiéndose, por tarifas de gas con aumentos que, en algunos casos, quintuplican los valores anteriores. Los aumentos de la electricidad ya han triplicado los precios que se pagaban. El Estado exhausto que dejó Néstor Kirchner no puede hacerse cargo de la tarifa social ni de la garrafa popular ni tampoco de las deudas por los viejos subsidios al consumo de gas y electricidad. El resto de la sociedad, la que no está bajo la línea de la pobreza, deberá solventar esos compromisos impagos. Néstor Kirchner se fue sin cambiar esa política, pero ahora le tocó a su esposa la misión de notificar que todos los aumentos relegados han llegado juntos y en el peor momento. La crisis de escasez está dentro de casa y, además, las facturas más sangrientas de gas y luz vendrán en junio, junto con las elecciones.

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