abril 30, 2009

EL MEJOR, Y TAMBIEN EL PEOR

Todo comenzó cuando esposo de la Presidenta se encuentra, como tantas veces, en la presunción de una conspiración. Kirchner leyó un informe en el que se afirmaba que la presión impositiva de ARBA sobre los contribuyentes de la provincia, en especial los del campo, estaba dificultando su instalación como candidato. Esa lectura se completaba con una sospecha, Montoya podría estar mandando reclamos intimidatorios a los bonaerenses para irritarlos y, de ese modo, beneficiar a su amigo Felipe Solá. Peor aún, tal vez Montoya se estaba preparando para ser candidato con Solá. Entonces y fiel a su estilo encontró su lado débil y lo quito del medio.

Santiago Montoya es cordobés, tiene 49 años y un hijo. En noviembre de 2001 se sumó al área económica del gobierno bonaerense. Un mes más tarde, Felipe Solá lo promovió como subsecretario de Ingresos Públicos. Desde la Dirección de Rentas, consiguió que Buenos Aires fuera la única provincia que, durante 2002, no sufrió una caída de la recaudación de impuestos. Al frente de Agencia de Recaudación de Buenos Aires realizó una labor "titánica" y en el día de su renuncia, se consiguió un ingreso al tesoro de $303 millones, la máxima recaudación diaria de la provincia en su historia. Scioli confiaba en que el cordobés Montoya, combatiría como lo había hecho en 2002, mientras en el resto de las provincias argentinas ocurría exactamente lo contrario. Pero solo termino obedeciendo a los caprichos de Néstor echándolo.

Santiago Montoya, después rechazar ser candidato a concejal por San Isidro mediante un comunicado, criticó duramente la política nacional, haciendo mención a las incapacidades del gobierno. Expreso nada más que la realidad y dijo que se perdió la capacidad de escuchar a la sociedad, a los líderes opositores y a los distintos sectores sociales y productivos del país. De inmediato llegaron a Scioli los pedidos de destitución, pero la primera reacción del gobierno provincial fue reclamarle al jefe de la Agencia de Recaudación de Buenos Aires que aclarara qué había querido decir. ¿Cabía alguna duda de lo que había dicho?, ¿Había algo que aclarar? Por las dudas entonces, Montoya envió un nuevo texto en el que se lamentó por los malentendidos producidos, y luego ratificó tanto su rechazo a la postulación como su postura respecto de la política kirchnerista. Sus palabras fueron: Insisto, y amplío, mi opinión autocrítica acerca de la política nacional y la necesidad de escuchar más a la gente. Al hablar de "autocrítica", incluyó lógicamente al gobierno bonaerense.

Durante todo el día hubo presión y llamadas para exigirle a Scioli la destitución de Montoya. Pero sabiendo lo que sucedería Montoya también dejo al descubierto para todo aquel que quisiera escuchar la complicadísima campaña tributaria, en la que se encontraba trabajando ya que se calcula que $12.000 millones será el déficit de la provincia en 2009. Para cubrirlo, admitió que necesitarían una ayuda esencial de la Casa Rosada y que el último aumento de sueldos a los docentes había sido dispuesto sin ayuda alguna de la Nación. Las presiones políticas sobre Montoya continuaban en el oficialismo. Montoya hacía equilibrio, pero hizo saber también que ni sería candidato ni les bajaría el registro a sus críticas. Finalmente todo exploto, Scioli entonces con una actitud política, “cobarde” mando a su ministro de economía a que le pidiera la renuncia, pero Montoya ya la había redactado y se dirigió a la sede porteña del Banco Provincia, donde lo esperaba Perelmiter, y sin mediar palabra sobre el escritorio le dejó la dimisión.

El texto de la misma es de público conocimiento, así también que aún en su dimisión, Montoya reiteró su compromiso con la gestión encabezada por Scioli, y que resaltó los resultados de su labor al frente de Agencia de Recaudación de Buenos Aires. El ex presidente Néstor Kirchner, en su único comentario referido al hecho, enfatizó que la provincia no había recibido presiones de ningún tipo para despedir al jefe de ARBA, dijo que a sus funcionarios los pone y los saca Scioli y que en todo caso podía agregar que Montoya estaba para cobrar impuestos, no para opinar sobre la política del Gobierno. Entonces nadie puede opinar en democracia. En vez de esta explicación, fue más comprensible la idea de complot. Ahora sólo queda esperar que, como tantas veces sucede con las fantasías persecutorias, ésta no termine por provocar aquello que pretendía desbaratar. No vaya a ser que Montoya termine, ahora sí, en las listas de Solá.

2 comentarios:

Mariel dijo...

No puedo opinar sobre lo que no vivo, pués el no vivir sobre territorio de la pcia. de Bs. As., me quita autoridad para dar mi visión sobre ARBA...
Pero..sí puedo opinar sobre la persona y las acciones...y en mi entender, Montoya, hasta el momento, fué el único que se animó a decirles "yo en eso no entro, muchachos"...lógicamente le costó el puesto...porque en Argentina, o estás con los K o sos el traidor de la Patria...el culpable de volver al 2001.

Pregunto, al margen del texto, una simple elección para renovación parlamentaria es causante de tirar por la borda 8 años de vida de un país? No será demasiado??

Un abrazo, Felíz día para Ud.!

BE&P Consulting dijo...

Nunca debería serlo, pero vos sabes Mariel que para alguien como Néstor Kirchner que entiende que gobernar es sinonimo de mandar, estas elecciones definen ciertamente el futuro del país.
SALUDOS Y GRACIAS POR LO DE FELIZ DIA.