abril 16, 2009

G-20

Francia enfrentada con Gran Bretaña, y Alemania, con los dos, China desafiando el monopolio monetario de Estados Unidos, y poniendo en jaque la popularidad impoluta de Barack Obama y dejando al desnudó una crisis de liderazgo global casi tan severa como la que azota a la economía, pero más parecida a una guerra mediática de vedets que a una cumbre de ¿países desarrollados? Este fue el clima en el que se llevo a cabo la Cumbre del G-20, en el sudeste londinense. Visto y considerando el panorama mencionado, uno bien podría preguntarse, ¿Qué papel le toca a la Argentina, uno de los países de menor peso económico de los invitados a esta reunión tildada de histórica? Por un lado debe destacarse que Cristina Kirchner empezaba a vivir un desafío único para un presidente argentino, cómo ser algo más que un testigo de lujo en una cumbre en la que las potencias del mundo discuten casi a los gritos cómo refundar el orden económico mundial. Y sin lugar a dudas, la Argentina necesita un cambio de reglas financieras y para ello era importante aprovechar esta instancia del G-20, en la que los países emergentes comienzan a tener voz por primera vez.

Pero conociendo como dicen el paño, era lógico suponer que la Sra. de Kirchner tal como lo hizo en su paso por la ONU con su tristemente celebre "efecto jazz" y luego en Washington, en la primera cita del G-20, Cristina Kirchner retomó su habitual denuncia a las potencias por provocar el derrumbe financiero y repitió su agotado reclamo, de un cambio radical en los objetivos del FMI. Cristina Kirchner habló de su postura en estos temas con el brasileño Lula da Silva, y contrariamente con sus presunciones las posiciones de ambos no fueron comunes, ya que hubo diferencias severas respecto de la forma de encarar la política comercial y sobre todo en la política para con el FMI, ya que Brasil no se entusiasma con el reclamo argentino de que los préstamos se otorguen sin un monitoreo previo de la economía del acreedor. Si coincidieron en aumentar el poder de decisión de los países emergentes en el organismo.

Volviendo a la pelea de los países desarrollados, China se hizo oír, cuando propuso que el dólar dejara de ser la moneda del intercambio mundial. Estados Unidos se abroqueló con la Unión Europea, y así fue de complicada la situación. La idea se puso sobre la mesa, si no hay un acuerdo concreto, ese sería el último capítulo de la aventura del G-20. ¿Qué voz le quedaría a la Argentina? Ninguna, y menos considerando su nuevo alineamiento con China. Luego de los gritos y debates, los presidentes fueron recibidos por la reina Isabel II en Buckingham, y de ahí, partieron a la cena en el 10 de Downing Street, con el primer ministro. En la comitiva argentina tenían otro motivo para rogar por la concordia, si el debate se extendía más de la cuenta, la Presidenta tendría que abandonar la cumbre y cruzar media ciudad para cumplir con su promesa de conmemorar en la residencia del embajador los 27 años del desembarco argentino en Malvinas.

Pero Cristina Fernández de Kirchner volvió a dejar a un lado un protocolo oficial y en el mundo desarrollado la primera condición para obtener una buena impresión y comenzar a generar confianza y respeto es llegar a horario y cumplir con las reglas establecidas de antemano, en este caso, el protocolo presidencial. Es lamentable para la imagen de la Argentina, que por una u otra razón esta falta de cumplimento por parte de la primera mandataria sea recurrente, y que por consiguiente, esa escapada sea lo único destacable de la presencia argentina en una reunión de carácter internacional. El repetido incidente, no compartido por otros mandatarios latinoamericanos como Lula da Silva, Michelle Bachelet, Evo Morales, o hasta el polémico Hugo Chávez, que sí estuvieron presentes en todo momento de la Cumbre, no puede ya asumirse como un hecho puntual, es otra ausencia de la Presidenta argentina en un acto oficial de carácter internacional, como las que por otras circunstancias protagonizó 5 veces en los últimos diez meses.

2 comentarios:

Mariel dijo...

Seguramente la Sra. presidente, ante tanta falta protocolar de su parte dirá: "es una cuestión de género"...
A lo cual le acoto de mi parte...
1) las demás mandatarias no llegan tarde...nunca se escucha desaires de parte de ellas
2) con esa frase célebre de su parte, deja mal al género en general
3) Yo formo parte del género y me sobran dedos de una mano para contar las veces que he llegado a deshora o dejado esperando a alguien...es más allá de todo protocolo, una cuestión de respeto, valor que siempre traemos a colación...

Saludos!

BE&P Consulting dijo...

Bueno Mariel, pero veras y seguro coincidimos, las faltas absolutas de respeto por el protocolo presidencial que manifiesta Cristina Kirchner, en eventos de esta magnitud son el fiel reflejo de la manera de manejarse que tine y ha tenido. PREPOTENTE
SALUDOS.