mayo 12, 2009

LOS NUMEROS REALES Y SUS CONSECUENCIAS

Un dato que no debería ser novedad para ningún Argentino, es que el Estado se convirtió, en los últimos años, en el gran acreedor del Estado. No hay una institución, grupo de acreedores o inversor que tenga en su poder tanta deuda pública como los organismos estatales. Los títulos del Tesoro llegaron ya a casi todos los rincones del sector público, desde la Anses, la AFIP y el Banco Central hasta fondos fiduciarios, bancos y empresas estatales. Entre todos, ya poseen alrededor de un tercio de la deuda pública total. Las últimas cifras de la deuda son de fines de 2008, y no se conocen todavía todas las colocaciones de títulos realizadas este año. De hecho, en estas semanas se difundieron las últimas operaciones del año anterior. La deuda en manos de organismos públicos es inferior a los $150.000 millones. Pero la realidad dista en algunos miles de la cifra oficial y se ubica entre los 155.000 y 175.000 millones de pesos. Hubo dos jugadas emblemáticas del kirchnerismo que forjaron el grueso de esta cifra. Una fue la cancelación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional. El Tesoro emitió una letra, el instrumento más utilizado para colocar deuda dentro del sector público, por US$ 9530 millones, que quedó en manos del Banco Central. La entidad posee además, otros US$ 3000 millones en títulos públicos y otros US$ 7000 millones en adelantos transitorios.

La otra jugada fue la estatización de las AFJP, que convirtió a la Anses en uno de los principales tenedores de bonos. A estas decisiones les siguieron decenas de emisiones de nuevas letras. La operación funciona así, si el Tesoro desea hacerse de los excedentes de, por ejemplo, la Lotería Nacional, pues simplemente lo toma y a cambio le entrega una letra, es decir, deuda. Es así como la aspiradora oficial obtiene los recursos necesarios para cubrir todos los gastos, incluidos los vinculados a la deuda que está "fuera del Estado". Esta estrategia de raspar la olla, se profundizó a fines del año anterior, le brinda al Gobierno algunos beneficios en cuanto al manejo de la caja, pero conlleva no pocos riesgos. Así, el Banco Central y la Anses se convirtieron en los principales acreedores estatales del Tesoro, pero no en los únicos. En 2007, cuando el mercado comenzó a cerrarse para la Argentina tras la intervención del Indec. Luego estalló la crisis global. Pero hay un dato que muestra que el divorcio del matrimonio presidencial con el mercado es anterior de que cayera Lehman Brothers, la única emisión de deuda que realizó a través de una operación abierta el año anterior fue la colocación del Bonar 2013, en abril, cuando el conflicto se inició y Martín Lousteau era ministro de Economía. De allí en más, todas fueron colocaciones a Venezuela y organismos públicos.

El cierre definitivo de los mercados voluntarios de deuda llevó al Ministerio de Economía, a centrar su programa financiero en el sector público, la mitad de las colocaciones de deuda realizadas en 2008, y todas las que se realizaron después de julio, involucraron a algún organismo estatal. En términos estrictamente contables, que el Estado se deba a sí mismo depara algunos beneficios, lo que se paga por una ventanilla se cobra por la otra. Y refinanciar vencimientos es claramente más sencillo. ¿Se terminó entonces el problema de la deuda? No, se simplificó entre comillas. Eso significa que no se han resuelto por ejemplo los problemas de financiamiento. De hecho, no hay financiamiento fuera del sector público, con lo cual la refinanciación de la deuda sigue siendo un problema, pese al superávit primario, la nacionalización de las AFJP y la reestructuración de la deuda de 2005. La estrategia oficial de vivir con lo nuestro tiene un límite. Tanto el canje de 2005 y la estatización de la AFJP ayudaron a sacarse de encima el karma de la deuda, ya que este año el Gobierno pagará menos de la mitad de los intereses que se pagaban en 2001, y la mitad de esos pagos son en pesos, y no en dólares, como ocurría antes. Pero todo tiene su costo, hablamos en definitiva, de riesgos futuros ya que existirán complicaciones cuando algún organismo necesite la plata que le prestó al Tesoro, y el Tesoro no la tenga, y ese es el riesgo. No se trata de que un eventual problema de caja de la Lotería Nacional genere un problema serio, más allá de la furia de los afortunados ganadores que quizá cobren su premio en un bono, y no en efectivo. Cuando la discusión gire en torno al pago de las jubilaciones, el problema será grande.

El riesgo de desfinanciar a la Anses, o a cualquier otro organismo estatal, no implica un problema presente o futuro, siempre y cuando la liquidez que capture el Tesoro pueda ser devuelta sin problemas cuando sea necesario. Pero al hacerse de ese dinero a cambio de deuda, el Tesoro paga tasas de interés similares o inferiores a la inflación. En otras palabras, licúa en términos reales el patrimonio de esos organismos. Basta ver el detalle de las últimas Letras que colocó Economía dentro del sector público el año anterior, el Tesoro pagó tasas de interés anuales inferiores al 12,8% anual en pesos. Hubo 59 colocaciones, que involucraron a 14 organismos públicos. El Tesoro emitió deuda, en pesos y en dólares, por $ 25.500 millones el año anterior, sin contar los adelantos transitorios del Banco Central. De ese monto, unos $ 12.700 millones, casi el 50%, fueron colocaciones de Letras del Tesoro en forma directa en algún ente público. El principal jugador de esta estrategia fue la Anses, que duplicó su stock de Letras hasta alcanzar los $ 8450 millones. Cuatro organismos absorbieron la mayor parte de las colocaciones. Además de la Anses, la lista incluye a la AFIP, el Fondo Fiduciario de Recuperación de Empresas y el PAMI. Los otros organismos que cedieron recursos al Tesoro fueron la Lotería Nacional; el Fondo Fiduciario de Refinanciación Hipotecaria; la Superintendencia de Riesgos de Trabajo; el Fondo Fiduciario Federal de Infraestructura Regional; el Instituto Nacional de Reaseguros (que se encuentra en liquidación); el BICE; el Instituto de Ayuda Financiara; el Fondo Fiduciario de Infraestructura de Transporte; la empresa Agua y Saneamientos Argentinos (AySA), y la Administración General de Puertos. Y hasta se colocó un pagaré por $ 7000 millones al Ministerio del Interior.

La Anses se convirtió no sólo en el principal financista del Tesoro, junto con el Banco Central. Es, además, el sostén principal del superávit fiscal. En el primer trimestre de este año el superávit de la Anses fue de $ 4324 millones, contra $1040 millones del Tesoro. La crisis golpeó la recaudación de impuestos clave, como las retenciones, Ganancias o el IVA, principal fuente de ingresos del Tesoro, pero la caja de la Anses se engrosó por el flujo de aportes que absorbió de los trabajadores que estaban afiliados a una­ AFJP. El Tesoro captura esos fondos y coloca Letras. A fines de enero, el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses sumaba $ 103.368 millones, según un informe que el organismo le envío a la Coalición Cívica. Más de la mitad de ese monto $ 58.348 millones es deuda pública de la Nación. Los números y las operaciones de este año, se van conociendo con cuentagotas. Algunas emisiones de Letras se concretan para cancelar Letras preexistentes. Pero lo más probable es que no sólo se refinancie la mayor parte de lo ya emitido, sino que, además, el endeudamiento con el Estado crezca. Y aún cuando muchas de las Letras se cancelaron, pero no las más relevantes en cuanto a monto. Con la Anses se refinanció todo.

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