mayo 13, 2009

“YO O EL CAOS”

Durante el acto proselitista en el Luna Park, Néstor Kirchner afirmó que si perdía, el país volverá al 2001. ¿Cuánto de verdad hay en esta afirmación? Kirchner reiteró que los argentinos debemos tener memoria y tiene razón, los argentinos somos de memoria corta o muy selectiva, y especialmente Néstor Kirchner. Por que si no, atribuirse el mérito de haber sacado al país del pozo de 2001, ¿no recuerda que quienes en verdad nos sacaron del pozo en 2002 fueron Duhalde y Lavagna, esto es el padrino al que traicionó su ahijado y el ministro al que echó su presidente? En rigor de verdad, hay varios indicadores económicos que se parecen a 2001. Por ejemplo, según datos del Ministerio de Economía, al 31 de diciembre de 2001 la deuda pública sumaba U$S 144.222 millones. Al 31 de diciembre de 2008 la deuda pública llegaba a los U$S 145.974 millones, sin incluir los U$S 23.000 millones de los atrasos con los holdouts, luego de haber cancelado la deuda con el FMI por U$S 10.000 millones y habiendo hecho una de las quitas más grandes de la historia al momento de reestructurar la deuda. Digamos que la tan aclamada política de desendeudamiento quedó en los discursos, como otros tantos anuncios. Hoy la deuda pública es levemente superior a la de 2001.

Pero hay un dato adicional, hoy, al igual que en 2001, el Gobierno no tiene acceso al mercado voluntario de deuda, de manera que, bajo la administración de Kirchner, en este rubro estamos en la misma situación que en 2001. Mismo stock de deuda pública, cerrado el acceso al mercado voluntario de crédito y problemas para hacer frente a los vencimientos del segundo semestre de este año y del que viene. En el Luna Park, por ejemplo, Kirchner sugirió que, si no retiene la mayoría en el Congreso, su esposa no podrá gobernar. Desde la perspectiva de la pareja gobernante, esta afirmación es verdadera en la medida en que, para los Kirchner, "gobernar" es sinónimo de "mandar". Si no retienen su mayoría en el Congreso, evidentemente no podrán mandar. Pero muchos otros presidentes han podido gobernar sin mayoría parlamentaria porque supieron dialogar con los opositores, un ejercicio que, desde la concepción del gobierno como mando que tienen los Kirchner, hasta ahora no ha sido viable. Decirle yo o el caos al pueblo es un recurso habitual de los gobernantes autoritarios. ¿Quiénes deberían sentir miedo, en todo caso, si el ex presidente pierde? Por cierto no las clases medias, que ya le han votado en contra.

Sentirían su derrota como propia, los verdaderos destinatarios de la amenaza del Luna Park aquellos que pertenecen al vasto conjunto de ciudadanos pobres que reciben planes sociales. Quien vive de un plan teme naturalmente que un cambio de gobierno lo deje sin él. A estos sectores socialmente vulnerables pero políticamente inocentes deberían dirigirse entonces los opositores, anticipándoles que no serán las víctimas de la derrota de un líder al que no quieren pero necesitan. Pidiendo silencio en repetidas oportunidades para "que todos escuchen bien", el ex presidente ratificó que los comicios del 28 de junio "no son una elección más en la Patria". El ex presidente dejó en claro así que en los próximos comicios se jugará el todo por el todo. "Si estoy saliendo a la lucha es porque no quiero ver más el llanto de un pueblo". Desmintió las encuestas publicadas, que muestran la posibilidad de una derrota del kirchnerismo, y denunció un plan para desestabilizar al Gobierno. Dicho en otros términos, la economía argentina ha colapsado por dos razones fundamentales, la inconsistencia de la política económica, y la incertidumbre en las reglas de juego que genera un hombre como Kirchner que no conoce límites a las medidas que puede adoptar.

Curiosamente, y en forma contraria a lo que sostiene el ex presidente, si la oposición ganara las elecciones, le ofrecería al país un menor grado de incertidumbre dado que actuaría como un freno a la arbitrariedad en las reglas que vienen imperando desde 2003. Los costos de los errores económicos cometidos desde 2003, inevitablemente habrá que pagarlos. Ya se acumularon demasiadas distorsiones como para poder evitarlos. La pregunta no es si vamos a tener una crisis económica más profunda que la actual, porque la respuesta es obvia. Tantas distorsiones juntas terminan en una crisis. La pregunta es otra, ¿cuáles serían los costos de enfrentar la crisis con un gobierno kirchnerista sin límites a su accionar y cuáles los de un gobierno controlado por el Congreso? El escaso apego que ha tenido Kirchner a respetar la propiedad privada hace pensar que, en caso de retener el mismo poder que ahora, luego de las elecciones cualquier medida confiscatoria entra en su catálogo de herramientas económicas, así como licuaciones de salarios y jubilaciones vía una devaluación o estatización del comercio exterior.

Dicho en otros términos, para mantener su política populista, necesita recursos. Y esos recursos puede obtenerlos avanzando aún más sobre la propiedad privada. Como esto la gente lo sabe, la fuga de capitales podría ser descontrolada, la inflación desbordada, la desocupación llegando a niveles insospechados al igual que la pobreza e indigencia. En síntesis, 2001 podría llegar a ser un juego de niños frente al catálogo de medidas que puede aplicar Kirchner sin ningún tipo de control legislativo y sin una Justicia que le ponga límites a un Estado voraz de recursos por los problemas fiscales que tenemos por delante.

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