mayo 28, 2009

PREGUNTAS, RESPUESTAS Y ALGO MAS

¿Por qué los candidatos "testimoniales" del oficialista Frente para la Victoria? Escuchar las explicaciones de ellos mismos causa a la vez risa, depresión y vergüenza ajena. Es por convicción, para defender el modelo, para no volver a los 90 y evitar el caos y la explosión. Y si es con ese puposito, ¿Hace falta designar a candidatos que nunca ocuparán las bancas que eventualmente ganen en las elecciones? O lo mejor seria que ocupen las bancas que consigan, o tal vez ¿No sería mejor que el gobierno se dedicase a administrar eficazmente el país? ¿No sería mejor que las elecciones transcurran, con normalidad? Pero las preguntas son tantas que mejor veamos este ejemplo; El gobernador Scioli da tristeza cuando justifica su actitud con sanatas dignas del Fidel Pintos de la mejor época. Trata de adjudicar la barbarie con un problema de convicción o de modelos. Pero solo se trata de un asunto de dudosa conveniencia electoral, motivado por la pérdida de apoyo en sectores de la población antes considerados seguros.

Se trata, sencillamente de que las clases medias urbanas en su gran mayoría no votarán al Gobierno, de al menos retener los votos de las capas menos politizadas, más aferradas al clientelismo, que leen menos los diarios y que ni siquiera se preocupan porque no tienen tiempo ni ganas de los debates por televisión. En un imperdonable manoseo de la inteligencia de los votantes, se trata de confundirlos, de asustarlos, de hacerles creer que perderán lo poco que tienen si el Gobierno es derrotado, de sugerir ambiguamente que debe votarse a los falsos candidatos porque están en juego, en cierto modo, sus cargos de gobernadores o intendentes, y no meras bancas legislativas. Dentro de este aberrante mecanismo de confección de listas y de manipulación del voto, que ignora todo cuidado institucional y que probablemente se vuelva contra quienes lo han generado, el caso del gobernador de Buenos Aires es el más flagrante ejemplo de ilegalidad, que en su caso ya no vulnera sólo el sentido común y las leyes, sino que directamente ignora la existencia de nuestra Carta Magna.

Como en alguna otra oportunidad lo indique, el artículo 73 de la Constitución, que no ha sido modificado por ninguna reforma, dice con claridad, "Los eclesiásticos regulares no podrán ser miembros del Congreso, ni los gobernadores de provincia por la de su mando". Es decir que Daniel Scioli no puede, simultáneamente, ser gobernador de Buenos Aires y representar a su provincia en el Congreso; como no ha renunciado a su cargo, su candidatura esta viciada de nulidad, inexistente y sin sustento alguno, por aspirar a una banca que le está prohibida expresamente. Ya no importa, siquiera, si asumirá el cargo o no; simplemente, no puede ser candidato. Pero en el imaginario del Gobierno todo es posible, inclusive imaginar que la actuación de Néstor Kirchner no es tal o que no será tan breve como la de hace un año y medio. La experiencia reciente es ilustrativa de ese destino corto, abrazar y besar en el decisivo conurbano bonaerense ya se acabó.

Resulta entonces redundante decir ya que su proyecto electoral se encierra sólo en ganar, aunque fuere por un voto, como él dijo, el más grande distrito electoral del país. Así podrá asegurar que él ha ganado, aunque su esposa haya perdido las elecciones nacionales y, sobre todo, las mayorías parlamentarias en el Congreso. La campaña de Néstor Kirchner no ha hecho otra cosa que desdibujar aún más la marchitada imagen de la Presidenta. Es Kirchner el que acapara las páginas políticas de los diarios y los espacios de los informativos de televisión. Cristina resulta relegada a actos de módico protocolo o de escaso relieve político. El 10 de diciembre de 2007, el día en que su esposa asumió la presidencia, Kirchner aseguró que el telón de la vida pública había bajado para él. Diez días después apareció en la selva colombiana para ayudar a Chávez a liberar a un niño que no estaba secuestrado. Nunca más se fue de un excesivo protagonismo en la política argentina.

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