septiembre 16, 2009

EL CAMINO AL 10 DE DICIEMBRE

¿Puede acaso ser derrotado el Poder Ejecutivo en la nueva contienda en torno a los medios de comunicación? Era claro hasta el pseudo allanamiento realizado por más de 150 inspectores de la Administración Federal de Ingresos Públicos al diario Clarín que el período que se extiende hasta el 10 de diciembre constituía la última oportunidad para que el oficialismo pudiera imponer en el debate legislativo su actual mayoría. Después de lo sucedido en el Diario y las grotescas contradicciones posteriores aquella fecha ha caducado de antemano, aún así tendrá en sus manos el poderoso instrumento del veto total o parcial de las leyes para impedir que los legisladores le tuerzan el brazo. De hecho, en el último mes asistimos a un ensayo general de lo que sobrevendrá. El Poder Ejecutivo logró imponer la mayoría en la renovación de los poderes delegados y, al mismo tiempo, provisto del recurso constitucional del veto, doblegó la pretensión de eliminar provisoriamente el pago de retenciones en la provincia de Buenos Aires. Así, la Presidenta hizo uso de dos facultades, una mayoría disciplinada en el Congreso y una contundente facultad de impedir. Curiosa situación la que nos toca vivir a los argentinos. La Presidenta se siente, a causa del acoso de los medios, como Dorrego, aquel gobernador de la provincia que fuera fusilado por Lavalle en 1828. Y su marido, atento, para evitarle ese destino cruel, no ceja en su intento de un cambio drástico en la ley de radiodifusión, del que resultará, un recorte sensible del periodismo independiente y un crecimiento exponencial del público afín a los intereses de los que, hoy, mandan.

Como aperitivo, y para que se vayan paladeando las ventajas que traerá aparejadas esa medida, socializó, por la módica suma de $600 millones, la transmisión por TV del fútbol. Esto deja un par de reflexiones. La primera es buena, hay que agradecer que la señora se haya sentido jaqueada por el periodismo y enfrentada al pelotón como aquel desafortunado militar y no por Inglaterra y condenada a la hoguera como Juana de Arco. Ya que, en este caso, el país se vería expuesto a otra guerra con esa nación y forzado a estatizar todos los laboratorios de cremas y ungüentos, para calmar el efecto de las quemaduras sobre la delicada piel de la Presidenta. Pero añadido a esto, no puede dejar de advertirse que, más allá de lo extravagante de esta caballeresca decisión, se oculta un problema que difícilmente se solucione así. Porque la experiencia y el sentido común dicen a las claras que, no se puede tapar el sol con la mano, y por consiguiente tampoco es posible evitar que la gente maldiga a sus malos dirigentes y desee que se vayan lo más rápido posible, por más que exista una prensa mayoritariamente oficialista y se ocupe de demostrar que los que gobiernan no son unos inútiles, sino unos santos que no han dejado un minuto de ocuparse del bienestar de sus conciudadanos. Al parecer los que gobiernan aún no han notado el malestar de la sociedad toda.

Ahora bien, si esto es notorio y es terminante y mucho más ahora que la comunicación por la red supera a la de todos los medios y se confía más en los chismes de los taxistas que en lo que pueda decir el jefe de gabinete Aníbal Fernández, ¿para qué meterse en berenjenales, comprometer a tanta gente en un proyecto que seguramente fracasará y agregará nuevas penurias por ejemplo al ya pálido escenario fiscal? Y bien, dado lo desproporcionado de la reacción y mal que les pese a los que aún suspiran leyendo las novelas de Corín Tellado y suponen que el amor es el inspirador de estas patriadas, no queda otra que conclusión más, que entender, lo que radica detrás de este gesto, algo tan obvio como lo es otro negocio sucio, acaso tan lucrativo como las obras públicas, el juego, las tierras de El Calafate, el petróleo y las valijas voladoras. O sea, un acopio de intereses y vinculaciones que resultarían muy útiles en caso de re-reelección e invalorables de darse vuelta la taba y tener que afrontar la instancia, tan incordiosa como onerosa, de los juicios iniciados por los envidiosos de siempre. Como alguien, afirmara hace muy poco, ni él ni ella tienen chance en 2011, después de eso, se puede esperar cualquier cosa, Lupin, Scioli y hasta el mismísimo Borocotó podrían ganar las presidenciales que se vienen.

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