septiembre 24, 2009

LA ECONOMIA MUNDIAL, UN AÑO DESPUES

El banco Lehman Brothers, presento la quiebra el 15 de septiembre de 2008, el mundo consternado creyó que Wall Street sucumbiría como en 1929 y que otra Gran Depresión estaba por arribar. Apenas unos meses más tarde llegó la señal de que ese escenario era posible, y comenzó la peor recesión global en 70 años. Un año después y tras la reacción de casi todos los gobiernos del planeta, esa contracción no solo no empeoró, sino que tampoco desembocó en la temida depresión. De hecho, a partir de 2010 la economía global podría volver a crecer, aunque la recuperación será lenta. Y el interrogante es cómo será esa recuperación, con qué fortaleza podrá la economía global reponerse si este cataclismo dejó millones de desempleados, una demanda y una inversión diezmadas, un comercio internacional flojo, un sistema financiero casi extenuado y una extremada desconfianza de los consumidores. Para intentar entender el incierto futuro de la economía global se podría decir que existen variadas situaciones a considerar, por ejemplo: Habrá una recuperación trabajosa que no estará exenta de tropezones ni será uniforme entre las regiones. Aunque es improbable podría haber otra caída, o más que caída, una recaída suave durante la recuperación mundial. Las economías desarrolladas fueron las primeras que entraron en el agujero negro de la crisis. Protagonistas del sistema financiero global y del comercio internacional, esos países se paralizaron y la riqueza de sus ciudadanos comenzó a destruirse casi inmediatamente después de la caída de Lehman Brothers. El efecto contagio hacia las economías emergentes no tardó en llegar y la recesión se afincó en el mundo.

Sin embargo, varios de esos países en ascenso lograron, con sus reservas y el fortalecimiento de su demanda interna, minimizar, en los últimos meses, el impacto de la crisis. Algunos, como China y la India, nunca dejaron de crecer; otros, como Brasil, revirtieron sus tasas negativas de producción y consumo. Ellos contribuyen hoy a que la recesión mundial sea menor a la esperada. La economía global se reducirá en un 1,3% este año, pero se prevé que las naciones desarrolladas se contraigan un 3,7%. Esa cifra es menor que la esperada hace unos meses, pero bastante más negativa que el crecimiento de 1,5% de los países emergentes. A la cabeza de las economías emergentes y del mundo desarrollado están, dos naciones, el país del crecimiento que no se detiene, China, y el centro del crac, Estados Unidos. China logró sobrevivir aún con la drástica reducción de la demanda de sus exportaciones. Su economía crecerá, este año, un 7,5%, a diferencia de la norteamericana, que caerá un 2,6%. Esa disparidad llevó a especular que China podría convertirse en el corazón de la recuperación. Pero el gigante asiático representa entre el 5 y el 7% de la economía global y Estados Unidos, el 25%. La primera economía mundial prevé salir de la recesión antes de fin de año. Sus bolsas ya alcanzaron a recobrar buena parte de sus enormes pérdidas de 2008. Y, alentada por la ayuda pública, su producción industrial también desborda optimismo. Empero, otros indicadores hacen dudar a Estados Unidos del vigor de su recuperación, así como la del mundo, la desocupación llegó a 9,7%, el consumo se derrumbó, y su sistema financiero no logra salir del shock para poder alimentar la recuperación.

Varios de sus bancos, descapitalizados, aún tambalean y, a pesar de tasas de intereses exiguas el crédito está petrificado. Es demasiado temprano para hablar de una recuperación sostenida, porque el sistema financiero no ha podido restablecer el crédito. No va a haber un regreso a la normalidad, es decir lo que sucedía en 2007 o antes, sin que haya capacidad de préstamos. El crédito faltará por un tiempo considerable. En las antípodas de esta sequía está la "normalidad" de la época del crédito fácil que condujo al crac. Sus protagonistas fueron desde los cientos de miles de norteamericanos de bajos ingresos que, con hipotecas subprime, compraron sus casas hasta los países superavitarios que destinaban sus excedentes a los mercados de los derivados, instrumentos de poco control e increíbles beneficios. Pero cuando todo explotó, las hipotecas se volvieron incobrables y los bancos, sucumbieron. Hace un año, el mundo literalmente se detuvo, las profecías sobre otra gran depresión, y el pronóstico sobre la repetición de la crisis del 29 era aterrador. En 1933, cuando la depresión comenzó a revertirse, la economía mundial se redujo en un 26,5%. Hoy, semejante contracción hubiese significado cientos de millones de desempleados, una pobreza de crecimiento exponencial y una muy peligrosa inestabilidad social en todo el mundo.

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