Después de cuatro semanas de investigación a Pegasus para determinar quiénes son sus directivos y sus accionistas, se supo que algunos de los nombres que salieron a la luz se relacionan con casos de contribuciones irregulares a una campaña presidencial en Costa Rica, lavado de dinero, apuestas clandestinas, estafas y defraudaciones, y tienen presuntos vínculos con carteles del narcotráfico. El presidente de Pegasus es Edgar Antonio Rosales Rodríguez, casado, 40 años, dos hijos, vive en el barrio San Sebastián, uno de los más populosos de San José y sus alrededores. Pero el caso del avión de los supuestos U$S 4 millones que usaba como propio el ex secretario de Transporte Ricardo Jaime no deja de arrojar curiosidades. No ya porque la firma que figura como dueña de la aeronave es una sociedad costarricense, Pegasus Equity Investment, sino porque, además, su presidente es un obrero que gana US$ 400 por mes. Rosales vive en una casa de 139 metros cuadrados, cuyo valor fiscal es de U$S 7256, que compró con una hipoteca que vence en 2016. Integra la junta directiva de 61 sociedades anónimas entre ellas, Pegasus, y trabaja para la firma Consorcio Esquivel desde 2002. Ignacio Esquivel Seevers, socio de uno de los estudios jurídicos más influyentes del país, Facio y Cañas, donde uno de los socios principales fue Rodrigo Arias Sánchez, actual ministro de la Presidencia y hermano del presidente, Oscar Arias. Allí también trabaja el tesorero de Pegasus, Roberto Quintana Chaves, un abogado ya conocido por la justicia argentina ya que aparece como el presidente de Pegasus en diciembre de 2008, cuando se compró el Lear Jet 31A.
En los registros costarricenses, Quintana figura como "estudiante de Derecho". Al igual que Rosales, aparece en decenas de juntas directivas costarricenses. A los 31 años, figura en 81 sociedades creadas entre 2006 y 2009. Esquivel Seevers, también aparece en los registros de Pegasus como su "agente residente", una figura que por lo general señala al abogado responsable de la compañía, según los usos de ese país. Nacido en 1970, abogado y escribano, entre 2004 y 2005 estudió en la Georgetown University de Washington, DC. Volvió a su país, retomó su profesión y asumió como secretario de la exclusiva Asociación de Criadores Caballo de Campo Deportivo, además de comprar dos propiedades por las que paga US$ 3262 por mes en cuotas hipotecarias. Vive en Escazú, uno de los barrios más caros y selectos al oeste de San José. Poco antes de aquel posgrado en Estados Unidos, sin embargo, Esquivel Seevers afrontó un traspié público. Fue cuando el Banco Central de su país lo citó junto a su padre, Vinicio Esquivel Goicoechea. Los investigaban por el cambio de al menos 39 cheques en donaciones no reportadas para la campaña del presidente costarricense Abel Pacheco, el antecesor de Arias, por un total de 275.467 dólares. La investigación comenzó por una denuncia de la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef), pero Esquivel Seevers fue tajante ante los medios. Dijo que lo ignoraba todo y que poco y nada tenía que ver con Vinir Corporación S.A., la firma de su padre.
Su padre, Vinicio Esquivel Goicoechea, en cambio, acumuló problemas. En 2001, salió a la luz que su casa de cambio movió dinero proveniente del narcotráfico de un Cartel del Norte del Valle, de Colombia. En apenas cuatro meses de aquel año movieron por lo menos 5,7 millones de dólares. Dinero transportado en maletas, en aviones comerciales hasta Costa Rica. Dos años después, otra firma suya, Vinir Financial Services (VFS), movilizó más de 120 millones de dólares para 12 compañías de juego, ingresándolo de manera ilegal en el país, según la Procuraduría General de la República. Ante la prensa, la preocupación de Esquivel fue aclarar que les devolvería a las casas de apuestas los 4,2 millones de dólares que les adeudaba. "Me quedé sin liquidez", se excusó. También durante 2003, Esquivel (padre) reconoció que durante 10 años movió más de 30 millones de dólares de un norteamericano acusado en Estados Unidos de lavado de dinero. También lo hizo por medio de su firma VFS. "Nunca llegamos a ser socios", aclaró. Desde entonces, Esquivel se mantuvo por debajo de los radares públicos. Hasta julio de 2008, cuando un tribunal de Casación rechazó su recurso, y fue acusado de estafa. Su firma VFS, en tanto, continúa constituida en las Islas Vírgenes Británicas, como Elkcrest, la sociedad fantasma que proveyó los fondos para el avión que usaba Ricardo Jaime.
2 comentarios:
Unos ejemplares bárbaros!!!
Quien pudiera a los 31 años tener todo lo que tienen éstos!!!
Y si...hay que ser como ellos, me parece que no nos va a quedar otra opción.
Saludos
FAVORES POLITICOS TESTAFERROS, ETC.
ESOS SON LOS CAMINOS MAS RAPIDOS PARA LLEGAR.
NO QUEDA OTRA MI AMIGA.
SALUDOS
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