octubre 09, 2009

PRESUPUESTO 2010

El proyecto de presupuesto 2010 tiene, una vez más, un escandaloso pedido de superpoderes al Congreso, esta vez en favor del ministro Julio De Vido, que podría manejar sin controles ni debates previos en el Congreso un enorme poder y una gigantesca chequera, con la que también podría condicionar a gobernadores, legisladores y a empresarios. Si hay una ley que limita los gastos que pueden hacerse con superpoderes, el proyecto 2010 encuentra una solución bastante simple, las sumas que se pueden manejar discrecionalmente desde Planificación no serán anotadas como gastos. De paso, se ocultará que las cifras generales son fantasiosas. Sólo no anotando los gastos como tales y luego de imaginar una recaudación que parece imposible de lograr se pueden cerrar las cuentas con un supuesto superávit. La verdad es que si se sacan sólo las manipulaciones más burdas, las cuentas muestran que, el año próximo, habrá déficit. Y el proyecto tal como está sólo lograría cumplir la meta de tener superávit a condición de que se haga un importante ajuste, se confisquen sumas millonarias, como se hizo con las AFJP, o se produzca un milagro en materia de actividad y de ingresos. Tal vez este proyecto refleja la voluntad del Gobierno de lograr una mínima supervisión del FMI, pero luego del documento firmado en el G-20, parece difícil esquivar la supervisión del organismo. Si una revisión se hace en serio, un presupuesto planteado en los términos del proyecto del Ejecutivo para el año próximo difícilmente pueda ser aprobado.

Tiene inconsistencias tan graves que se detectan con enorme facilidad. El proyecto vulnera la ley de inversión pública, que exige que para incluir obras públicas en el presupuesto haya que elaborarlas, mostrarlas, debatirlas y someterlas a la decisión del Congreso. También va en contra de la ley administración financiera en materia de controles, autorizaciones y criterios contables. Lo más burdo es que propone contabilizar gastos como si fueran inversiones financieras. Eso equivale a que en una compañía la compra de un edificio, por ejemplo, se anote en el balance como un plazo fijo en un banco. No sólo es una idea alocada, la ley lo prohíbe. Pero como en la Argentina cualquier ley prevalece sobre las precedentes, el proyecto de presupuesto de 2010 propone que lo que gaste De Vido con superpoderes se anote de otra manera. Parece la extensión al presupuesto de la metodología del Indec, intervenido por Moreno y sus incondicionales para elaborar el índice de precios al consumidor y las estadísticas de actividad económica y de pobreza. Con los superpoderes, el matrimonio Kirchner tiene una historia cambiante. Bastó con que su esposo llegara a la Presidencia para que Cristina Kirchner, como legisladora, no sólo dejara de oponerse a las facultades extraordinarias en materia presupuestaria como lo había hecho con mandatarios anteriores, sino que, además, se transformara en una defensora acérrima de las mayores atribuciones presupuestarias discrecionales que nunca haya tenido otro presidente constitucional. Ahora pide más.

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