febrero 18, 2010

EL NUEVO TITERE

Casada y con tres hijos, licenciada en Economía por la UBA y Máster en Desarrollo Económico en la Universidad de Yale, adhirió al Plan Fénix y fue directora de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE). Su vinculación con el desarrollismo no sólo es ideológica, sino también familiar: su tío Rogelio Frigerio, el fundador de esa corriente, la llevó a dar sus primeros pasos de militancia política en el MID cuando todavía estaba en la adolescencia. Pero fue el peronismo y no con el MID, el que la acercó a la función pública. De origen desarrollista entonces y defensora de la intervención del Estado en el mercado, Mercedes Marcó del Pont llega a la jefatura del Banco Central luego de una carrera de cinco años en el kirchnerismo, en los que ocupó una banca de diputada nacional, la presidencia del Banco Nación y varias veces el rol de candidata en las sombras para suceder a los distintos ministros de Economía que tambalearon en el cargo. Su carrera política la comenzó ocupando cargos en la segunda línea de las áreas económicas en el inicio de los gobiernos de Carlos Menem y de Eduardo Duhalde. En el primer caso, se fue en 1991; en el segundo, duró tres meses. En ambas ocasiones se alejó con diferencias sobre la política económica oficial. Dentro del kirchnerismo hay un dato que transforma el ascenso de Marcó del Pont en una curiosidad. La economista heterodoxa, de 50 años, es la última representante del albertismo que queda en el Gobierno todos los otros funcionarios propuestos por Alberto Fernández ya fueron desplazados.

El entonces jefe de Gabinete la había convocado en 2005 para integrar la lista de candidatos a diputados que acompañarían a Rafael Bielsa en la tarea de conquistar al electorado porteño. Salieron terceros, pero Marcó del Pont se ganó un espacio por su solidez técnica y su buen diálogo con los adversarios como vocera de las políticas del Gobierno. Hoy tendrá el raro privilegio de haber conducido tanto el mayor banco de la Argentina como la autoridad regulatoria del sistema financiero. Sus colaboradores destacan su solidez en materia de economía, en contraposición con el conocimiento limitado que tiene de la actividad financiera. Algo similar podría ocurrir en el Banco Central con el vicepresidente, Miguel Pesce, con quien mantiene una buena relación. En los casi dos años que estuvo al frente del Banco Nación despertó algún recelo en otros actores del sistema financiero, como el presidente del Banco Macro, Jorge Brito. El banquero, de aceitados lazos con el kirchnerismo, había apostado fuertemente por el reemplazo de Martín Redrado por Mario Blejer. A sabiendas del costo que la erosión inflacionaria tiene sobre el tipo de cambio real, Marcó del Pont es partidaria de un dólar nominalmente más alto. Cree que no sólo alienta las exportaciones y la productividad de la industria, sino que ayudaría a bajar el conflicto latente con la UIA. Estas ideas no la llevaran a buen puerto con el matrimonio gobernante, e insistir en ellas podría provocar que navegue en aguas turbulentas.

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