abril 20, 2010

Posibles viejos escenarios, para este 2010

Como ocurre con todos los planes basados en el control directo o indirecto de la estructura de precios relativos, control que intenta disimular por un tiempo las ineficiencias del sistema productivo y los desequilibrios del sector público, en algún momento son insostenibles y alguien tiene que asumir el costo de hacerse cargo de destapar la olla. En 1975 ese costo lo pagó Celestino Rodrigo. A principios de 1973, con Cámpora transitoriamente en el poder, el ministro Gelbard implementó una política económica que supuestamente era de inflación cero, basada en controles de precios, salarios, tipo de cambio y tarifas de los servicios públicos, en ese momento prestados fundamentalmente por empresas estatales que, obviamente, tenían pérdidas. Celestino Rodrigo, fue ministro de Economía de Isabel Perón solo durante 50 días, pero pasó a la historia por el famoso Rodrigazo que consistió en un aumento de tarifas de servicios públicos, tipo de cambio y salarios en un intento de corregir el problema que había heredado, la inflación cero de Gelbard y que Gómez Morales, su antecesor en el cargo, no se animó a encarar. Si bien hay diferencias económicas y políticas con aquellos tiempos, hoy estamos en la etapa intermedia entre lo que en su momento hizo Gelbard y el costo que posteriormente asumió Celestino Rodrigo. Tenemos una inflación que en el primer trimestre de este año roza el 30% anual, y hay una cantidad de subsidios que aumentan considerablemente el gasto público. A saber: En 2006 los subsidios al sector energético fueron de $4032 millones y en 2009 llegaron a $15.944 millones. El sector transporte, que en 2006 tenía subsidios por $1876 millones, recibió en 2009, $11.584 millones. El total de subsidios y préstamos del sector público al sector privado pasó de $8800 millones en 2006 a $33.300 millones el año pasado. ¿Quién se animará en el Gobierno a desmantelar este monstruo antes de 2011?

Obviamente que la respuesta es, nadie. Desmantelar este esquema implica subir las tarifas de los servicios públicos (boleto de colectivo, tren, subte, energía eléctrica, gas, etc.) en el medio de una inflación que apunta al 35% anual. Los Kirchner suelen ser capaces hasta de redoblar la apuesta, pero cuando los problemas se ponen tan feos suelen refugiarse en El Calafate. ¿Qué diferencia hay entre este esquema de aumentar el gasto público para cubrir las pérdidas de las empresas con subsidios y el financiamiento que, en otros años, le daba el tesoro a las empresas públicas con tarifas retrasadas?, ninguna pero ésta no es la única causa de aumento del gasto público, es solo una muestra del lío que ha hecho el Gobierno, y como dicen: para muestra basta un botón. Es probable que el Gobierno trate de esquivar el tema de las tarifas de servicios públicos, también es muy probable que termine sacrificando el llamado tipo de cambio competitivo dejando que la inflación termine de comerse la devaluación de 2002. En realidad ya se la comió. ¿Qué ocurrirá? Moyano ya ha dicho que no puede negarse la inflación, y pide aumentos de salarios que van de un 25% a un techo del 40% dependiendo de los sectores. Esto quiere decir que si los aumentos de salarios se disparan demasiado, el modelo ajustara por cantidad de gente ocupada. Si aumentan por debajo de la tasa de inflación, el modelo ajusta por caída del ingreso real, menor consumo interno y caída en la actividad. Entramos así en una carrera de salarios y precios, quedando postergado el tema tarifas y tipo de cambio para el final, si es que este esquema aguanta hasta el 2011, y que se arregle el que venga después.

Ahora, aún cuando los ministros Boudou y Randazzo sigan diciendo que no hay inflación, saben bien que la suba de precios ya está fuera de control, a pesar de los métodos de Moreno. Sabemos que el Gobierno usará al Central como fuente de financiamiento, habrá emisión monetaria, y en el medio está la gente que escapa del peso porque sabe que cada día que pasa puede comprar menos bienes y servicios con la misma cantidad de pesos. Argumentar que los empresarios y los comerciantes aumentan irresponsablemente los precios, es algo que ya conocemos. El sacarse de encima la responsabilidad de haber incentivado la inflación para hacer populismo poco imaginativo respecto de las políticas populistas del pasado, es responsabilidad del gobierno, no de comerciantes o empresarios. Ahora habrá que pagar los costos del populismo, y es común que el Gobierno busque responsables fuera de su esfera. En los próximos meses el Gobierno seguirá redoblando la apuesta en materia de acelerar la inflación y de seguir negándola. Pero lo cierto es que todos sabemos cuál es el final de esta película, por más que el Gobierno siga diciendo que la inflación es apenas de dos dígitos.

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