julio 01, 2010

De usos y costumbres

El Gobierno tiene todos los instrumentos para sostener la actividad económica, y la decisión política es usarlos, ya que estiman que la economía crecerá este año un 5,5%. En este plano, aseguran en Balcarce 50 que, simultáneamente, se analizan medidas para sostener la oferta de bienes con el propósito de que la suba del consumo no dispare la inflación. Pero el plan oficial tiene un objetivo político concreto, el proyecto presidencial de Néstor Kirchner, con miras a las elecciones de 2011. Se espera entonces que el PBI crezca al 5.5% en 2010, aunque eso dependerá del contexto externo y de la crisis que castiga a Europa. El dato más importante a consignar es que entre 2004 y 2009, las transferencias de dinero desde los ministerios hacia los fondos fiduciarios aumentaron 10.024%, pasaron de $47,7 millones a $4824 millones. La mayor parte salió del Ministerio de Planificación que dirige Julio De Vido para subsidiar el sistema de transporte y los consumos domiciliarios de gas y de luz. Pero en 2010 esos fondos pegaron un salto a $12.255 millones. Está claro que Kirchner pospone todo tipo de ajuste para el futuro posterior a las elecciones de 2011. Como se estima que se recaudará en 2010 unos $15.000 millones más de lo previsto en el presupuesto, Cristina Kirchner firmará un nuevo decreto de necesidad y urgencia para aumentar el gasto sin pasar por el Congreso. En los últimos dos años agregó $61.000 millones al presupuesto por esa vía. El total de todos estos recursos sumados dan la cuenta de $96.095 millones, que irían a fortalecer las aspiraciones presidenciales de Kirchner en 2011 con políticas de incentivo a la actividad. El Gobierno buscara un shock de actividad en el semestre que comienza, tanto por políticas de incentivo como por los aumentos salariales del sector privado. Cristina Kirchner contará entonces con una caja de casi $96.000 millones, durante este año, para destinar a medidas dirigidas a profundizar la sensación de bonanza y a sostener la actividad económica. El Gobierno crece en las encuestas y hay disponibilidad de caja, por lo que podría haber una nueva corriente de optimismo.

Esta caja se compone de diversas cuentas. Según el presupuesto, el Gobierno dispone en fondos fiduciarios, para este año, de $12.255 millones, que por su propia naturaleza se administran en forma discrecional y su ejecución no está sujeta al control presupuestario. A esos fondos se agregan los provenientes de la recaudación previsional, es decir que la Anses aportará $9000 millones del fondo de garantía de los jubilados para impulsar el consumo por medio de aumentos en jubilaciones y asignaciones universales por hijo o para financiamiento a empresas, como ocurrió con General Motors o con Aerolíneas Argentinas. El Banco Central (BCRA) también sumara a la caja del Gobierno y traspasará este año al Tesoro utilidades por $23.500 millones. Se podrán usar así ese dinero para el gasto corriente, el que aumentará por efecto de la inflación y de las subas de salarios y subsidios. A esas utilidades, el BCRA podría agregarle ganancias por una posible depreciación del peso, si el dólar termina el año a $4,20 habría $8000 millones más, algo que no parece descabellado si consideramos las compras que ha realizado en el primer semestre del año la autoridad monetaria. Además, el BCRA podría añadir por ley adelantos transitorios por $15.000 millones. Todo ello no incluiría otros fondos, como los redescuentos que el Central dispuso por $8000 millones para que los bancos otorguen préstamos a baja tasa (9,9%). En la misma línea, el Banco Nación lanzó en marzo pasado $5340 millones en préstamos para las Pymes. La utilización de esos recursos del BCRA podría redundar en un aumento en la emisión monetaria, con el consiguiente impacto inflacionario que esta práctica genera. De este modo, se genera también un crecimiento de la deuda interna del Tesoro con los propios organismos del Estado. Se especula que con estas medidas se contribuirá a mejorar el humor, en un contexto en el que la Nación tiene asegurado el cumplimiento del programa financiero para 2010. Pero en caso de urgencias, los Kirchner cuentan con más herramientas. En 2009, el entonces titular del BCRA, Martín Redrado, evitó que el Tesoro emitiera un bono y tomara US$ 5000 millones de los encajes de los bancos en esa moneda, dinero que según entiende el ejecutivo pertenece a los activos del BCRA y por tal motivo los contabiliza como propios.

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