julio 07, 2010

Superpoderes parteII

La pelea sigue librándose sin cuartel, después de que la oposición se anotara un punto en la Cámara de diputados al lograr media sanción para un proyecto que deroga los llamados superpoderes que permiten al Poder Ejecutivo reasignar partidas presupuestarias sin la venia previa del Congreso, el kirchnerismo volvió a sacar hoy a la luz la amenaza del veto presidencial. El proyecto de derogación de superpoderes, se aprobó con 136 votos contra 90, fue apoyado por todos los bloques de la oposición y deja sin efecto la reforma del artículo 37 de la ley de administración financiera, por la que en 2006 se había hecho permanente una facultad a la que los gobiernos acudían desde 1999. Y como ya comentáramos la iniciativa establece, además, que el Gobierno no podrá asignar sin acuerdo del Congreso los excedentes de recaudación no previstos al momento de la aprobación del presupuesto ni tampoco usar, sin consentimiento parlamentario, recursos de otras fuentes de financiamiento, como el Banco Central o la Anses. Sin embargo el proyecto aprobado en la Cámara baja, aún debe ser ratificado en el Senado. Es por ese motivo que desde las filas del oficialismo siguen alzándose todo tipo de voces. La diputada oficialista Diana Conti advirtió que con la eliminación de esa facultad se corre el riesgo de que "las emergencias nunca sean atendidas". Puede ser, pero la pregunta es: ¿hasta el día de hoy, que emergencias fueron atendidas utilizando estas facultades? Ninguna.
Los tiempos parlamentarios son diferentes a los tiempos de gestión ejecutiva, sin duda, pero eso no dificulta una buena administración, ya que en muchos países hay facultades delegadas en el poder administrador para tomar decisiones per se, que deben ser ratificadas.
En sus declaraciones, la diputada ultrakirchnerista Diana Conti sostuvo que los superpoderes son una herramienta "absolutamente necesaria". Y que, por eso, ya ha anticipado que si prospera la iniciativa de la oposición le recomendaría a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner que la vete, y como para que no quedaran dudas, fue Néstor Kirchner el que lanzó la advertencia. Si yo fuera presidente, la vetaría, afirmó el diputado nacional, que no participó de la sesión en la que se aprobó el proyecto.

Según parece, el no entiende "cuál es el problema con el 5 por ciento" de reducción a los "superpoderes" que propuso el Gobierno y que la Cámara de Senadores aprobó el año pasado.
Lo que si entiende es de criticar, según su visión lo importante es ver cómo se ayuda a gobernar y a consolidar la transformación que Argentina está llevando adelante. Y sus palabras fueron, yo no recomiendo nada, pero estoy incondicionalmente con la Presidenta.
El ex presidente se expresó de esta forma luego de que los diputados del Frente para la Victoria, deslizaran la posibilidad del veto presidencial.
Pero la jefa de Estado vetara muy probablemente la derogación de los superpoderes aprobada en la Cámara de Diputados, y así una vez más se pondría en evidencia la vocación del Gobierno por evitar los controles, la transparencia y la rendición de sus actos. Al Ejecutivo no le alcanza con el poder que ya tiene con los ATN, la ley de emergencia económica, los gastos reservados, las transferencias de partidas, las retenciones y todo lo que manejan de forma discrecional.
La Casa Rosada ya aplicó el veto después de perder la mayoría en el Parlamento tras las elecciones de junio pasado. Primero para dar marcha atrás con la emergencia agropecuaria para la provincia de Buenos Aires, y después para modificar parte de la ley de reforma política que beneficiaba a los partidos más chicos. Tampoco el método de advertencia que utiliza el Gobierno es nuevo. Cristina Kirchner ya había apelado a esa fórmula cuando se debatía la reforma al impuesto al cheque, que le quitaba recursos al Poder Ejecutivo en beneficio de las provincias. La preocupación de la Casa Rosada es que ante la falta de certeza sobre la cantidad de votos en el Senado, se complique la posibilidad de insistir en el proyecto que establecía un tope del 5% para distribuir. En el Gobierno preocupa, además, la decisión de que la Casa Rosada no podrá asignar sin acuerdo del Congreso los excedentes de recaudación no previstos al momento de la aprobación del presupuesto, que en los dos primeros años de gobierno, Cristina Kirchner repartió a través de decretos de necesidad y urgencia (DNU) y alcanzaron la suma de $60.000 millones. Entre 2008 y 2009 reasignó 36.000 millones y, 24.000 millones como excedente de recaudación.

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