noviembre 23, 2010

La inflación

Amado Boudou parece ser el primer y único economista en el mundo que asegura que la inflación no es un problema de los más pobres. Supongamos la situación de un matrimonio cualquiera, pero de bajos recursos, que va a hacer las compras y ve que el dinero cada vez le alcanza para comprar menos insumos básicos ¿Cómo le explica el ministro al matrimonio, que la inflación no le impacta? De una vez por todas, se deben decir las cosas claramente, y los dichos de Boudou son una forma de reírse de la gente que todos los meses hace las compras y ve como los precios suben mientras desde el gobierno se acusa a cualquier sector, pero no se reconocen los niveles de inflación. Boudou dijo que la inflación no es un problema, y desató la polémica. Políticos y economistas salieron a criticar el error más que conceptual del ministro y hasta pusieron en duda su capacidad como economista. El funcionario dice, que el problema afecta sólo a una porción de la población a la que las autoridades parecen preferir más como enemigos que como representados, y que se incluye en la nebulosa definición de clase alta. Es un sector que Boudou, quien estudió en la Universidad del CEMA y vive en Puerto Madero debe conocer bien. Pero el diagnóstico es totalmente equivocado porque es obvio que son los sectores de menores ingresos los que padecen la inflación. Los sectores medios y bajos no sólo tienen poca capacidad de ahorro, y por lo tanto menor capacidad de poner parte de su ingreso a salvo del aumento generalizado de los precios invirtiéndolo. También tienen menos conocimiento y sofisticación para hacer inversiones que rindan más que el índice de precios. Boudou parece que se olvidó lo que aprendió en la facultad porque todo el mundo sabe que los que menos tienen son los que más sufren los efectos de los aumentos en la canasta familiar.

Respecto de las diferencias en el acceso a la información que pueda permitir obtener mejores rentabilidades en inversiones, las clases media y alta, tienen más alternativas no así las clases bajas sencillamente por no tener capacidad de ahorro. Existe la ilusión de que para salvarse de la estampida de precios, en parte, la solución es comprar en cuotas fijas, entonces si hacemos un desagregado por estrato social de esta solución a medias veremos que los segmentos de menor poder de compra aumentaban las opiniones negativas en un 46%, en la clase más baja y un 36% en la media baja. El 27% en la clase media y el 21% en la clase alta creyeron que no era momento de equiparse en cuotas fijas. Esas cifras muestran que quienes tienen capacidad de ahorro se defienden gastando a crédito a tasa congelada, mientras que los sectores más bajos, ocupados por el incremento de los precios de lo que más consumen, los alimentos, tienen terror de gastar cualquier porción de sus ingresos a otro destino. La brusca detención de la inflación causada por la convertibilidad en 1991 y con un marco de fuerte reactivación, lo que contribuyo a mejorar la distribución del ingreso y reducir la pobreza. Ese efecto tuvo tal importancia que llevó a Carlos Menem, que en enero de 1991 era un político vencido por el retorno de la hiperinflación y los escándalos de corrupción, a tener un éxito electoral apenas nueve meses después. Fue la reactivación con muy baja inflación la que hizo una contribución decisiva en la construcción del poder del kirchnerismo durante la presidencia de Néstor Kirchner. Y antes lo que evitó que el gobierno de Duhalde padeciera una crisis catastrófica. Tal vez Boudou sea uno de los muchos que creen que la inflación no es un problema en la Argentina, pero sabe que no es así, entonces bueno sería que se convenza de que lo primero que habría que hacer es medirla de verdad y luego combatirla.

No hay comentarios.: