diciembre 20, 2010

Inflación, causas y efectos

La política monetaria del gobierno ha dejado de ser contemplativa con la inflación y como era de esperarse paso a ser una aliada activa de ella. Los escépticos, que hasta hace poco presentaban diferencia de opiniones, han ido actualizando su discurso con el correr de los últimos meses. Si bien el desborde que muestra la emisión monetaria, es uno de los principales problemas la realidad se reparte entre la emisión y el manejo de la política cambiaria, pero cierto es que ambas bien pueden verse como dos caras de una misma moneda. Este debate ganó actualidad en los últimos días al crecer la posibilidad de que el Banco Central (BCRA), por primera vez tras 29 trimestres, incumpla con las metas de su plan monetario, una inoportuna señal que irrumpe en momentos en que vuelve a dinamizarse la inflación, pese a que dichas metas fueron actualizadas hace apenas 3 meses, cuando la entidad que dirige Mercedes Marcó del Pont readecuó las proyecciones heredadas de la gestión Redrado para validar la sobreemisión de unos $20.000 millones más. La variable más sensible a la emisión es el denominado M2 privado, incluido como meta monetaria anual desde 2008 para tener una mejor medición de la demanda de dinero del sector privado. Se trata de la suma de los medios de pago, es decir, el dinero circulante más los depósitos bancarios a la vista de los privados, que actualmente se expande a una tasa del 34%, cuando la recientemente actualizada meta para diciembre imponía una tasa del 29,9%.

Para poder alinear la realidad con la meta, el M2 privado debería crecer en diciembre apenas por encima del 4%, pero como se trata de un mes de alta estacionalidad en la demanda de dinero por los pagos de aguinaldos y de vacaciones, entre otras cosas, la expansión en el último mes del año suele ser mayor aun cuando la economía crezca menos. De hecho, creció casi 8% en diciembre de 2009, al 6% en igual mes de 2008 y al 5,8% en diciembre de 2006. Estos datos hacen que ya se juzgue por incumplida la meta, aunque en el BCRA no se hayan dado aún por vencidos. En rigor de verdad, será la segunda vez que se incumpla un plan basado en agregados monetarios, ya que en 2008 se había registrado una expansión levemente inferior a la proyectada. Lo que preocupa es que ahora lo incumplirán en exceso. Es de remarcar, el aporte que la política monetaria está haciendo a una escalada inflacionaria que mostró signos de vitalidad en los últimos meses. Entonces, no hay dudas de que la política monetaria tiene responsabilidad en la inflación, estimada en el orden del 26%. En los últimos 12 meses el circulante, emisión neta se incrementó en $29.000 millones. Al tiempo, que el BCRA financió al Tesoro en más de $25.000 millones por utilidades devengadas giradas. En otras palabras, 85% de la emisión monetaria neta de operaciones de esterilización tuvo su origen en el financiamiento monetario del déficit del Gobierno. Así se descubre que la principal variable que considera el BCRA al fijar el programa monetario no es la tasa de inflación ni el tipo de cambio ni las reservas, sino las necesidades financieras del Tesoro Nacional.

Además, entre fines de octubre de 2009 e igual mes del año en curso la política monetaria permitió una tasa de expansión nominal del circulante del 35,2% cuando la economía en igual período habría crecido en torno al 8% real anual. La política monetaria del BCRA este año fue consistente con el objetivo de acompañar la dinámica de las políticas de ingresos y fiscal fuertemente expansivas, sin interferir mayormente en su desenvolvimiento, pero esta conducta nos llevo a una aceleración en el ritmo de crecimiento de los precios internos. Ahora apuntemos la mirada al retraso que muestra el tipo de cambio contra el dólar para buscar el gatillo inicial de la inflación. El tipo de cambio nominal depreciado es como decíamos, la otra cara de una política monetaria expansiva. Entran dólares y, para que no se aprecie el peso, el BCRA los compra y después no llega a esterilizar todo. En conclusión, gran parte de la inflación en ese período fue importada. La conducta complaciente del BCRA está a la vista. Con una inflación moviéndose en torno al 24% anual, es evidente que se requiere una moderación en las políticas fiscal y monetaria. Los anuncios de gasto electoral que arrancaron con el pago de una vez a jubilados, montados sobre una dinámica del gasto público que desde septiembre volvió a crecer al 40% interanual, y una política monetaria que mantiene las tasas que remuneran el ahorro en la mitad de la inflación y emite pesos para sostener el tipo de cambio en un mundo donde el dólar se devalúa, claramente no apuntan a un objetivo que implique bajar significativamente el ritmo de aumento de los precios, apuntan a un nuevo año electoral.

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