diciembre 23, 2010

Una remozada mentira, El Club de Paris

El Club de París ha dejado su postura bien clara, cobrar la deuda que la Argentina mantiene en default desde 2001 en un plazo no mayor a 18 meses. Lamentablemente la idea del Gobierno es de cancelar dicha deuda con un plan de pago algo más largo, 72 meses, o seis años. Pocos días antes del viaje a París del ministro de Economía, Amado Boudou, para negociar la deuda de unos US$ 7000 millones con el Club, tres importantes países acreedores precisaron los términos que esperaban escuchar del funcionario. Frente a la versión del ministro de que deseaba proponer un plan de pagos de seis años, los tres países indicaron que con ese plan, ni siquiera se sentarían a comenzar la negociación. El propio Boudou había mencionado un período de tres máximo, y luego hablo de la necesidad de estirarlo más por cuestiones de política interna. El Club de París le había enviado una carta al Gobierno en respuesta a su solicitud en la que habilitaba una vía para pagar la deuda sin que hubiera un programa del Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero se aclaró que para ello, debía existir una propuesta de pago "realista" por parte del Gobierno, considerando que según dichos de la presidente, el país tiene recursos suficientes para hacerlo. Entonces, si Cristina Kirchner habla de los recursos, reservas y superávit, en cada discurso, un plazo superior a los 18 meses excede la categoría de "realista".

Por otra parte superar este plazo pasaría a ser una reestructuración o refinanciación, por lo tanto, merecería la intervención del FMI, como ocurre en todos los casos analizados por el Club, formado en 1956 para tratar, justamente una deuda de la Argentina. Uno de los que mencionaron en forma tajante este plazo fue el representante del Tesoro francés en el país, Philippe Cristelli. En el mismo sentido se expidieron los representantes de Alemania, Japón y Estados Unidos, que consideraron que la Argentina no debería demorar más el pago si quiere lograr la reapertura de las garantías oficiales de las agencias de crédito de esos países para fomentar las inversiones. El capital atrasado que debe Argentina es de unos US$ 6000 millones y el total de intereses compensatorios y punitorios entre 2000 millones y 3000 millones de dólares más. El Gobierno quería tomar como antecedente el pago que le realizó a España en seis años por los US$1000 millones que ese país había aportado en plena crisis de 2000-2001. Como la Argentina ya arregló esa cuestión, se esperaba que España tuviera una posición más amigable en el Club de París hacia la Argentina, pero en estos casos, todos los países debían decidir en forma unánime sobre la propuesta del Gobierno. Esto incluye desde grandes acreedores como Alemania y Japón que tienen el 50% de las acreencias hasta algunos que reclaman pocos millones, como Israel y los países nórdicos.

En el medio, Estados Unidos pujó para que el Club aceptara explorar una alternativa sin un programa con el FMI, a cambio de que el Gobierno se acercara al organismo multilateral por la espinosa cuestión de la manipulación estadística. De ese intercambio surgió la decisión de que viajara a Buenos Aires la misión del FMI que comenzó a trabajar en el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) para revisar el cuestionado índice de precios al consumidor oficial. En paralelo, tras las críticas que recibió por dejar de lado el informe de las universidades sobre el Indec y priorizar al FMI, el ministro recibió a los rectores y les propuso trabajar en conjunto para hacer un nuevo IPC. En medio de estas negociaciones que muestran el reacercamiento del Gobierno a los mercados, importantes funcionarios habrían comentado a empresarios locales su intención de que haya una emisión de deuda soberana si la tasa de interés baja al 5% anual. Pese a estas señales, el banco Credit Suisse First Boston en una acertada visión de la realidad, dijo en un informe que no preveía ningún cambio en la política económica antes de las elecciones, ya que el Gobierno lanzaría solo medidas populistas, junto con algunas iniciativas pragmáticas. Una de estas iniciativas, sería la renovada mentira de pagarle al Club de París, pero no aceptar la revisión de sus cuentas por parte del FMI, demorada desde 2007.

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