abril 11, 2011

Corrupción

Los altísimos niveles de corrupción que se ven en la clase dirigente Argentina de hoy se deben, a múltiples razones. La primera, y más importante podría ser el error “voluntariamente” cometido por Néstor Kirchner cuando desmembró o debilitó quitándoles sus funciones a los organismos que deben controlar al Gobierno. Un ejemplo resonante, fue el de la AGN, (auditoría General de la nación). Pero si hiciéramos una interpretación algo más profunda, y autocrítica no podemos sólo echarle la culpa a un ex Presidente, esto también responde a la "tolerancia cultural" de los argentinos hacia estas prácticas espurias. Si pensamos un poco más, el 80% de los argentinos que poseen vehículo propio, alguna vez coimearon a un policía de tránsito para no recibir una infracción. Sin duda es un tema cultural que seguramente muchos, son capaces de negar a muerte. Aparece también en uno de esos cables, de inteligencia norteamericanos una situación aún más grave, aparentemente en septiembre de 2007, Washington había recibido un cable en el que se detallaba que el "principal obstáculo" que explicaría el bajo número de condenas por delitos de corrupción en el país, sería el ineficaz sistema legal atado al poder político e incapaz de investigar casos sensibles políticamente hablando.

Firmado por el entonces segundo de la embajada, Thomas Kelly, el cable estaba titulado; Oficina Anticorrupción, muchas investigaciones, pocos resultados, en el mismo se reflejada la visión de su entonces titular, Abel Fleitas Ortiz de Rozas, quien definía la corrupción como un problema, pero que en la Argentina estaba sobredimensionado. Por supuesto la embajada dejó claro que disentía de la visión de Fleitas Ortiz de Rozas ya que en 2006, el entonces embajador Lino Gutiérrez había evaluado que tras la salida de Gustavo Béliz de credenciales impecables, del Ministerio de Justicia, Kirchner había modificado el rumbo. Pasó de tres primeros años exitosos como presidente, en los que por ejemplo renovó a la Corte Suprema y fortaleció su independencia, a un período en el que dejó de fortalecer la democracia institucional argentina hasta lograr un importante grado de debilitamiento. Casi dos años después, a principios de mayo de 2008, Kelly envió otro cable a Washington en el que alertó sobre perturbadoras novedades. Cristina Kirchner, apuntaba a deshilachar el marco anticorrupción y a debilitar la independencia y eficacia de las agencias argentinas con jurisdicción sobre los casos de corrupción. A continuación, Kelly reportó la salida de Manuel Garrido de la Fiscalía de Investigaciones Administrativas, tras el recorte de funciones que le adjudicó al procurador general de la Nación, Esteban Righi. También, la designación de Julio Vitobello, compañero de partidos de fútbol de Kirchner en Olivos, al frente de la Oficina Anticorrupción, los padecimientos de Leandro Despouy en la Auditoría General de la Nación (AGN) y el debilitamiento de la Sindicatura General de la Nación (Sigen)

Pero el análisis, debería ir más allá de lo que significaban estos organismos para el control de los actos del gobierno. Al mismo tiempo y por aquel entonces, ocurría en el ámbito nacional un caso bien concreto en la provincia de Santa Cruz. La sobrina de Néstor Kirchner estaba a cargo de la investigación que se realizaba sobre la compra de tierras a precios viles, y posteriormente vendidas por varios millones de dólares, esta investigación involucraba directamente a los Kirchner y a su círculo, incluido el actual titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), Ricardo Echegaray. La fiscal era Romina Mercado, hija de Alicia Kirchner, y los terrenos en El Calafate el ex presidente los había vendido por US$ 2,4 millones tras haberlos comprado, pocos meses antes, por U$S50 mil. Lo ocurrido en la OA, la FIA, la Sigen y la AGN, al igual que en Santa Cruz, muestran un marco institucional pobre y carente de credibilidad alguna. Los escándalos de corrupción como este frecuentemente hicieron un gran ruido al comenzar, para disiparse hacia el olvido debido al lánguido ritmo que se le imprime a las investigaciones como esta y el interminable ping-pong jurídico al que las someten.

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