enero 16, 2012

Del 2011, capitulo sexto

Para que finalmente quedara demostrado que la Argentina no está, estuvo, o estará blindada ante una crisis internacional, y tampoco se encuentra descolgada del mundo, en la última cumbre de presidentes del Mercosur esa realidad quedo bien evidenciada. Brasil reconoció sus problemas algún tiempo antes de la cumbre y comenzó a enfrentarlos, con medidas bien articuladas. La decisión de subir el arancel externo común para importaciones provenientes de países que no integran el bloque intento llanamente, proteger producción y trabajo nacionales y preservar saldos comerciales. La medida fue acordada por los cuatro presidentes del mercado común, entre ellos, Cristina Kirchner. Varias naciones europeas al mismo tiempo ya manifestaban claros signos de recesión. Estados Unidos enfrentaba sus propios apremios fiscales y financieros. Con problemas entre otros, el de una peligrosa burbuja inmobiliaria y a los déficits provinciales, la locomotora china difícilmente repetiría, en 2012, las tasas de crecimiento del pasado más reciente.

En palabras más simples, ese escenario planteaba algo previsible, el proteccionismo y la disputa por los espacios comerciales, o sea, la búsqueda de mercados externos donde colocar bienes con demanda interna insuficiente. Complicada por la caída de sus exportaciones a EE.UU. y Europa, China procuro explotar todas las alternativas a mano. Y en más de un sentido, a eso apuntaba la decisión que firmaron los 4 países del Mercosur. Brasil conserva un superávit comercial robusto con el gigante asiático US$10.000 millones en 2011 y el intercambio bilateral supera al que mantiene con cualquier otro país, US$70.700 millones, contra 54.000 millones con Estados Unidos o 36.500 millones con la Argentina. El punto es que más del 90% de las compras brasileñas a China son bienes industrializados, que cada vez más desplazan producción nacional, electrónicos, procesadores de datos, motores, telefonía celular. La contracara muestra que el 80% de lo que le vende son productos primarios, mineral de hierro, soja y azúcar. Primarización de la economía, así se llama este desbalance. La relación con la Argentina es la misma, todos los bienes que llegan desde China son industrializados o de consumo y el 92% de lo que se le vende, productos primarios o con un básico valor agregado, soja y sus derivados, principalmente.

Cada uno de los 4 del Mercosur deberá seleccionar, un centenar de rubros a los que les subirán el arancel externo común. Y una vez que se conozcan los de la Argentina, será posible intuir si existe el riesgo de que aquello que se le frena a China sea reemplazado por producción brasileña. Brasil y China compiten claramente por el mercado local en neumáticos, lavarropas, calzado, textiles, muebles de madera e indumentaria. China por ejemplo barre con el mercado de los juguetes. Y por su parte Brasil, hace lo propio en cosechadoras, cocinas y celulares. En muchos casos, se trata de sectores en los que la producción argentina es insuficiente. Otro tanto pasa con insumos, equipos y bienes intermedios que tapan agujeros en las cadenas de producción, o sea, irreemplazables por más proteccionismo que se quiera aplicar. Y puede suceder, además, que aun cuando se le aumente el impuesto a las importaciones, en línea con la decisión del Mercosur, eso no alcance para neutralizar el made in China. Vista la magnitud y la composición del intercambio bilateral, no hace falta decir que lo mismo vale para Brasil.

Previsiblemente, el Gobierno buscará que las compras a Brasil no sustituyan a las chinas. Pero, se sabe, a menudo no basta con la voluntad, tiene que existir aquí con qué reemplazar aquello que llega de afuera. Nada casual es, entonces, que la Argentina haya acumulado ocho años consecutivos de déficit en el comercio con Brasil. Entre enero y noviembre pasado, el desequilibrio ascendió a US$5.377 millones, contra 4.088 millones de todo 2010. Este cuadro expresa diferencias estructurales, de escala y despliegue tecnológico, que se traducen en desniveles de competitividad. En una magnitud muchísimo mayor, otro tanto hay en la relación de los dos socios del Mercosur con China. Y eso no se resuelve con medidas transitorias. En lo doméstico, habrá más de lo mismo pero potenciado, a su manera y con veña oficial, Guillermo Moreno seguirá frenando el pago de importaciones y a las importaciones mismas, controlará operaciones cambiarias y andará detrás de todo bicho que camine. El objetivo es proteger actividad y trabajo, idéntico al que anima el acuerdo en el Mercosur. Pero si algo de eso existe, el verdadero motivo es uno que todo mundo conoce, preservar dólares escasos.

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