enero 23, 2012

Del 2011, último capitulo

Finalmente, como todos sabemos, Cristina Fernández de Kirchner no tuvo un cáncer de tiroides, pero la realidad alrededor del cáncer de tiroides que afortunadamente la Presidenta nunca tuvo parece urdida por una mente con una estructura compleja de pensamiento, y esta historia no sé si dejo o no como han dicho una secuela de desprestigio para la medicina argentina. Cualquier persona bien nacida debe tomarlo como una buena noticia por ella, por su familia y por la institucionalidad del país. Es importante que un presidente se halle en buen estado de salud ya que la trascendencia que adquiere una afección que compromete seriamente su salud es mayúscula. Junto con el impacto político hay otro que, a su vez, se proyecta sobre la población en general. Por ejemplo, cuando a Ronald Reagan en 1985 se le diagnosticó un cáncer de colon la reacción de la ciudadanía sobre esa enfermedad tuvo una consecuencia positiva, ya que mucha gente concurrió a la consulta, por lo que el diagnóstico precoz de dicha enfermedad hizo que muchos pacientes fueran sometidos al tratamiento correspondiente y se curaran. Aquí pasó algo similar, pero al revés, a partir del brusco cambio en el diagnóstico las dudas de muchísimos pacientes que tras haberse sometido a una biopsia de la tiroides o haber estado a punto de hacerla fueron invadidos por la desconfianza acerca de la eficacia de ese recurso.

El tema del falso positivo irrumpió también en el mundo médico, muchos patólogos se han visto obligados a tener que explicar lo sucedido a especialistas de todo el mundo. Veamos ahora lo que paso aquí, el jueves 22 de diciembre la Presidenta se dirigió a Diagnóstico Maipú a los efectos de realizarse una serie de estudios complementarios. Se le hizo allí una ecografía en la que se visualizó un nódulo en el lóbulo derecho de la glándula, por lo que se procedió a efectuar una biopsia. Las muestras de tejido obtenidas fueron analizadas y los doctores Julio San Martino y Liliana Balsells, diagnosticaron un carcinoma papilar de tiroides. El resultado le fue comunicado a la Presidenta ese mismo jueves 22, día en el que se decidió que fuera sometida a un estudio tomográfico para descartar la existencia no sólo de ganglios a los que se hubiera extendido el supuesto carcinoma, sino también de metástasis que comprometieran otros órganos. Ese estudio se hizo el martes 27 de diciembre por la mañana y su resultado fue negativo aun así se acordó la necesidad de operar, el miércoles 4 de enero. Entonces la Presidenta ordenó que se comunicara la mala nueva a la población. El comunicado leído por el secretario de Medios Alfredo Scoccimarro fue claro, la doctora Fernández de Kirchner padecía un carcinoma papilar sin extensión a los ganglios ni metástasis.

La doctora Melisa Lencioni, citóloga del Hospital Austral e integrante del equipo del doctor Saco, quien realizo la intervención procedió a examinar los extendidos con que se hizo el diagnóstico de carcinoma. La muestra no le fue remitida, sino que la doctora debió ir hasta el consultorio del doctor San Martino a los efectos de realizar su cometido. Allí apareció un problema, la doctora le expreso a San Martino que ella no hubiera sido tan categórica respecto del carcinoma papilar, y le dijo además, que hubiese sido mejor utilizar la palabra neoplasia dejando abierta la posibilidad al estudio de toda la glándula para definir la malignidad o benignidad del tumor. Ese fue el primer falso positivo. El miércoles 4 de enero la Presidenta fue operada habiéndosele extirpado la glándula tiroidea en su totalidad y fue dada de alta el sábado 7 de enero. Fue allí entonces cuando se informó que la Presidenta nunca había tenido cáncer, así Cristina entendió que los hechos que sobrevendrían a esta barbaridad no se pueden manejar por decreto. Toda esta mezcla de sorpresa, polémicas médicas y, opinión pública desencadenaron su enojo. El diagnóstico de la Presidenta había sido un falso positivo, cuya incidencia es del 1% al 2% de los casos. Para aquellos que hemos padecido esta enfermedad de cerca, léase en algún caso propio o familiar, el cáncer es algo con lo que de verdad no se puede jugar. Eso precisamente aun cuando logre entender el porqué, es lo que han hecho. No importan los médicos, su prestigio, o el de las instituciones pero lo que si importa es que la gente muere por esta maldita enfermedad.

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