febrero 28, 2012

El informe Rattenbach. Mi visión Parte I

La Comisión de Análisis y Evaluación de las responsabilidades en el llamado conflicto del Atlántico Sur estuvo integrada por seis oficiales superiores retirados, dos en representación de cada Fuerza, el teniente general retirado Benjamín Rattenbach y el general de división Tomás Sánchez de Bustamante; el almirante Alberto Pedro Vago y el vicealmirante Jorge Boffi; el brigadier general Carlos Alberto Rey y el brigadier mayor Francisco Cabrera. Su función, investigar y explicar por qué, para qué y cómo Argentina había llegado a entrar en batalla con el Reino Unido. El general Reynaldo Bignone fue quien allá por diciembre de 1982 anunciaba la creación de esta comisión independiente. Para hacer su tarea, se les dio la facultad de solicitar informes, documentos y antecedentes a cualquier organismo público, a personas y empresas públicas o privadas. También podían tomarles declaraciones testimoniales a quienes quisieran. ¿El objetivo? Ofrecer una opinión fundada y determinar el desempeño de los conductores de la guerra, y sus responsabilidades para luego en caso de ser necesario, juzgarlos por la justicia ordinaria, o por tribunales de disciplina militar respectiva, en la forma que legal y reglamentariamente corresponda. Sin embargo eso no ocurrió.

Hoy treinta años después, la Presidenta anunció dos veces la difusión de ese trabajo secreto, cuyas conclusiones ya fueron publicadas varias veces desde que fuese confeccionado. Resulta al menos un poco curioso que la jefa de estado en su anuncio reivindicase la figura de quien presidía la Comisión, debido a que el viejo general Rattenbach era un acérrimo antiperonista, sin embargo así fue. Durante diez meses, recogieron testimonios, clasificaron documentos papeles y reconstruyeron el proceso bélico que con desprecio calificaron como una aventura militar. Entendiendo que todos los integrantes de la comisión eran militares retirados, y no sólo eso sino que aparte jamás habían entrado en combate alguno; entonces cabe preguntarse ¿cuáles fueron las credenciales que los habilitaron para realizar un informe supuestamente tan preciso? Más aún considerando que ni siquiera estuvieron cerca del conflicto en sí. Que fueran militares retirados no les da la autoridad suficiente para juzgar lo sucedido en las islas durante el combate y menos criticar el desempeño de aquellos que pelearon murieron, y el de los que pelearon y lograron volver a casa.

Aun así, el informe consta de diecisiete tomos, de los cuales uno corresponde al cuerpo principal, diez a los anexos, cinco a las transcripciones de las declaraciones y uno a las actas. El texto es duro, y solo en su primer frase honra a aquellos héroes y denosta a varios de los responsables: “Si los mandos de la Nación no apreciaron correctamente las posibilidades del país ni previeron las consecuencias ulteriores, de muy poco han servido el entusiasmo nacional, el sacrificio de los hombres que yacen en las Islas y en el fondo del mar, y el coraje de los que supieron empuñar honrosamente las armas”. También existe un resumen detallado de las negociaciones diplomáticas llevadas a cabo hasta el 2 de abril de 1982 entre el gobierno argentino y el gobierno de Margaret Thatcher desde 1979, 1980 hasta 1981. Una de las ofertas Británicas, por ejemplo fue la de transferir la soberanía de las islas a la Argentina, con un inmediato arriendo al Reino Unido solo por 99 años. El lógico endurecimiento de la postura argentina tras planteos de estas características llevó a graves yerros e improvisaciones diplomáticas con la consecuencia obvia del desembarco del 2 de abril.

Tampoco se tuvieron en cuenta los muchos rechazos de países hacia el gobierno argentino por la cuestión de los derechos humanos, otro error en la lista diplomática. Pero las confusiones desplegadas por los jefes militares en la planificación del desembarco también deben ser mencionadas. El último documento de planificación bélica se redactó el 4 de abril, dos días después de haber tomado las Islas, es que según redacta el informe, la reacción popular le hizo sentir al Gobierno nacional un fuerte respaldo a sus acciones, motivo por el cual el ex Presidente Leopoldo Fortunato Galtieri, un alcohólico empedernido se sintió casi obligado a comprometerse con el pueblo. Este compromiso luego significaría la pérdida de la posibilidad de continuar con la idea original que disponía como objetivo primario ocupar para luego negociar. Esta situación, de apoyo popular encegueció de tal manera que nadie en el gobierno pudo ver lo que era evidente, Gran Bretaña enviaría tropas para reconquistar las islas, y lavar su honor. Esta falta de previsión para enfrentar una respuesta militar aceleró improvisaciones para articular una mínima estrategia defensiva. Continuará.

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