No tiene mínimamente la inteligencia para controlar su soberbia sin
tener que pagar los costos que ello trae aparejado. Se confunde, cree que porque
Cristina usa un Rolex Presidente, carteras Louis Vuitton, y también compró departamentos en Puerto
Madero ya que ese es el negocio familiar, las propiedades eso lo habilita a él a esquiar,
jugar al golf, andar en Harley-Davidson, tener una novia veinte años menor,
vivir en Puerto Madero y seguir siendo nacional y popular. Es desprolijo, y lo
es por soberbio “Fui sobreseído en 18 causas, dijo”. Cree que es impune, por
ser el vicepresidente electo por mayor cantidad de votos de la historia. El
insiste en que no hizo nada peor que Ricardo Jaime, o que Claudio Uberti en el
Valijagate. Pero no es lo mismo ser
secretario de Transporte, titular del Occovi, no es lo mismo ser la mano
derecha de un ministro como De Vido que compartir la fórmula con la Presidenta.
Boudou es la cara descubierta de kirchnerismo, y lo es precisamente porque no
es kirchnerista. Para mal de la Presidenta el revela otro error que ella ha
cometido, aquel que dice cosecharas tu siembra y ya no puede culpar a nadie y
decir, “Mirá el vicepresidente que me pusiste”.
En su derrotero todo es exceso, ¿Vandenbroele tenía que ser monotributista?
El departamento viejo de Boudou, ¿no podría habérselo alquilado a otro? En el
departamento nuevo de Boudou, ¿tenía que aparecer como propietario quien prestó
la plata para levantar la quiebra de Ciccone? Sólo quien se sabe impune y un
maestro en crear terceros, pantallas, puede caer en tantos excesos. Su relato
en la conferencia de prensa sin prensa fue un ejemplo de asociación libre propio
de un hablar fluido e incoherente porque cuando se calcula y ordena lo que se
dice, se reprime, en cambio cuando el discurso es desordenado, hay más
posibilidades de desnudar lo real, y así paso. Al contar sus conversaciones con
el presidente de la Bolsa, Adelmo Gabbi, se autoincriminó por no haber
denunciado un intento de extorsión o coima, pero además confesó lo más
importante ser el actor principal de dejar a Boldt sin Ciccone. Su problema no
es la cárcel, nunca en Argentina un funcionario de gobierno ha sido condenado
por tráfico de influencias, además no es
fácil de probar y sus penas son menores que las de soborno. Su problema es que
mintió y la opinión pública lo condenara siempre por eso. Aun cuando el propio
Vandenbroele ya había declarado en el juzgado que pagaba por cuenta de su amigo
e inquilino de Boudou los gastos del departamento de la polémica él siguió
negándolo.
La opinión pública, la gente común ya no precisa que esté documentada
la conexión directa entre él y Vandenbroele para tener la certeza de que están
conectados. No hace falta ser un intelectual para no creer en las casualidades y
menos en tantas y tan burdas. La condena pública a Boudou ya le llegó, él fue
el mejor testigo en su contra durante su conferencia que más que eso fue una
confesión. El juez, al ordenar el allanamiento, ratifico esa verdad. El gesto
del juez fue leído como la acusación que volvió a darle valor a todo lo que ya se
sabía. Es que había pesado en el ánimo del juez el verse en la tapa de los
diarios diciendo que no había pruebas y si había entonces, era hora de actuar.
El problema de Boudou no es el juez Rafecas en sí, el problema es el juez Rafecas
en los diarios y en los canales de noticias por eso piden su recusación. El hecho es que Boudou podría terminar
demostrando que actuó conforme a derecho, sin que haya pruebas que demuestren
que hubiera procedido ilegalmente, pero igualmente Boudou ya perdió. Hoy hay
quienes dentro de la administración nacional ya lo ven como una amenaza para la
propia presidenta y su gobierno. Pobre, ¿Quién lo habrá asesorado?
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