abril 26, 2012

Ciccone capitulo X

Durante mucho tiempo se hablo, y aún hoy sigue haciéndose mención a los años de gobierno del ex Presidente Carlos Saúl Menem como “la fiesta menemista”, pero si aquello fue una fiesta por los escándalos de corrupción, entonces ¿cómo deberíamos llamar a esta nueva etapa? Porque aquella fiesta tenía que ver también con los excesos del poder, así entonces comparados Carlos Menem y Cristina Fernández de Kirchner, sinceramente Carlos Menem era un nene pecho. Hoy existe una impunidad que no tiene límites ya que no existe independencia entre los tres poderes que rigen en una democracia, el legislativo no legisla, el judicial es adicto al poder político de turno, y es el ejecutivo el que se encarga de todo. Esta es una frase conocida muy antigua pero aplicable actualmente “Si pudiéramos obrar sin consecuencias todos seríamos injustos, ya que cualquier injusticia cometida terminaría sin castigo”, y eso pasa hoy en la Argentina. Veamos el mejor de todos los casos, él muestra lo que otros kirchneristas disimulan, y le gusta mostrar, mientras algunos defensores del modelo de redistribución de la riqueza se fueron de Puerto Madero porque no era coherente con la imagen pública, el se mudó a otro departamento más grande del mismo barrio.     

No tiene mínimamente la inteligencia para controlar su soberbia sin tener que pagar los costos que ello trae aparejado. Se confunde, cree que porque Cristina usa un Rolex Presidente, carteras Louis Vuitton, y también compró departamentos en Puerto Madero ya que ese es el negocio familiar, las propiedades eso lo habilita a él a esquiar, jugar al golf, andar en Harley-Davidson, tener una novia veinte años menor, vivir en Puerto Madero y seguir siendo nacional y popular. Es desprolijo, y lo es por soberbio “Fui sobreseído en 18 causas, dijo”. Cree que es impune, por ser el vicepresidente electo por mayor cantidad de votos de la historia. El insiste en que no hizo nada peor que Ricardo Jaime, o que Claudio Uberti en el Valijagate. Pero no es lo mismo ser secretario de Transporte, titular del Occovi, no es lo mismo ser la mano derecha de un ministro como De Vido que compartir la fórmula con la Presidenta. Boudou es la cara descubierta de kirchnerismo, y lo es precisamente porque no es kirchnerista. Para mal de la Presidenta el revela otro error que ella ha cometido, aquel que dice cosecharas tu siembra y ya no puede culpar a nadie y decir, “Mirá el vicepresidente que me pusiste”.
En su derrotero todo es exceso, ¿Vandenbroele tenía que ser monotributista? El departamento viejo de Boudou, ¿no podría habérselo alquilado a otro? En el departamento nuevo de Boudou, ¿tenía que aparecer como propietario quien prestó la plata para levantar la quiebra de Ciccone? Sólo quien se sabe impune y un maestro en crear terceros, pantallas, puede caer en tantos excesos. Su relato en la conferencia de prensa sin prensa fue un ejemplo de asociación libre propio de un hablar fluido e incoherente porque cuando se calcula y ordena lo que se dice, se reprime, en cambio cuando el discurso es desordenado, hay más posibilidades de desnudar lo real, y así paso. Al contar sus conversaciones con el presidente de la Bolsa, Adelmo Gabbi, se autoincriminó por no haber denunciado un intento de extorsión o coima, pero además confesó lo más importante ser el actor principal de dejar a Boldt sin Ciccone. Su problema no es la cárcel, nunca en Argentina un funcionario de gobierno ha sido condenado por tráfico de influencias, además  no es fácil de probar y sus penas son menores que las de soborno. Su problema es que mintió y la opinión pública lo condenara siempre por eso.   Aun cuando el propio Vandenbroele ya había declarado en el juzgado que pagaba por cuenta de su amigo e inquilino de Boudou los gastos del departamento de la polémica él siguió negándolo.
La opinión pública, la gente común ya no precisa que esté documentada la conexión directa entre él y Vandenbroele para tener la certeza de que están conectados. No hace falta ser un intelectual para no creer en las casualidades y menos en tantas y tan burdas. La condena pública a Boudou ya le llegó, él fue el mejor testigo en su contra durante su conferencia que más que eso fue una confesión. El juez, al ordenar el allanamiento, ratifico esa verdad. El gesto del juez fue leído como la acusación que volvió a darle valor a todo lo que ya se sabía. Es que había pesado en el ánimo del juez el verse en la tapa de los diarios diciendo que no había pruebas y si había entonces, era hora de actuar. El problema de Boudou no es el juez Rafecas en sí, el problema es el juez Rafecas en los diarios y en los canales de noticias por eso piden su recusación.     El hecho es que Boudou podría terminar demostrando que actuó conforme a derecho, sin que haya pruebas que demuestren que hubiera procedido ilegalmente, pero igualmente Boudou ya perdió. Hoy hay quienes dentro de la administración nacional ya lo ven como una amenaza para la propia presidenta y su gobierno. Pobre, ¿Quién lo habrá asesorado?

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