La Presidenta que no quiere dar puntada sin hilo ha dado este paso en
momentos en los que la economía Argentina viene dando graves señales de
agotamiento, igual que su figura. Sin embargo, sería conveniente no dejarse
embaucar por esta trampa retórica, ya que si hacemos un poco de memoria Cristina
Kirchner avaló con creces la privatización de YPF en los años 90, y fue el
secretario general de presidencia, Oscar Parrilli, quien la defendió en la
Cámara de Diputados en 1992, cuando decía que la transformación de YPF en una
empresa privada daría oxígeno al gobierno por aquel entonces de Carlos Menem.
No sorprende que estos actores de revolución de izquierda no recuerden, y se
contradigan al cabo de dos décadas cuando que el discurso que Cristina Kirchner
pronunció no resiste los archivos de seis meses atrás. Según parece esta gente
acaba de desembarcar en el gobierno y la gestión energética que ella y su
esposo lideraron durante los últimos nueve años es una herencia macabra que
debe ser abandonada. El kirchnerismo ya tenía una empresa del Estado, lo que
todavía no habían descubierto para entonces era la soberanía nacional. Enarsa la compañía estatal que
creó Néstor Kirchner, que desde hace nueve años tiene la exclusividad de las exploraciones
off shore y no se le conoce un solo trabajo, eso sí, se dedicó a importar
combustibles.
Sólo en este país un mandatario puede autoincriminarse sin
remordimiento alguno, como lo hizo la Presidenta, al explicar la caída en la
producción de petróleo y gas que se registra durante su administración,
utilizando una falacia que reduce las causas de la escasez de hidrocarburos
sólo a la falta de inversiones de YPF. Entre otras cosas aparte de la
desinversión, el desabastecimiento energético se debe a que la gestión del Gobierno desalentó la producción, y el insuficiente compromiso de la petrolera fue
un capítulo de esa gestión, presentado como el motivo de la argentinización de
YPF. En la lógica kirchnerista hubo dos pilares fundamentales, el congelamiento
de las tarifas energéticas y los subsidios. Mientras al productor local de gas
se le reconocieron US$2 por millón de BTU, al de Bolivia se lo remuneraba con
US$10, y al de Qatar, con US$15 una ecuación imposible razón por la cual se
dispararon las importaciones de combustibles hasta sumas que el gobierno ya no
puede pagar. Los Kirchner lo hicieron, la Presidenta y su esposo forzaron el
ingreso de la familia Eskenazi en una privatización que ahora forma parte de
esa herencia maldita que el kirchnerismo recibió de sí mismo. Los Eskenazi,
expertos en el mundo del petróleo, pagaron el 25% de YPF con futuros dividendos
de la privatizada. El método implicaba la desviación de recursos productivos al
pago de la deuda.
Fue toda una trama ideada por Néstor Kirchner, quien además colocó a
sus amigos al frente de la gestión de la empresa. Hoy el proyecto establece la
estatización del 51% de las acciones de Repsol, pero no el 25% de los Eskenazi
que seguirán siendo accionistas. Salvo que no puedan saldar sus compromisos, en
cuyo caso su parte pasaría al poder de los bancos y de Repsol, que los
financiaron. Este mes tienen un vencimiento por US$500 millones. ¿Les
permitirán Julio De Vido y Axel Kicillof afrontarlo con dividendos? De todos
modos Repsol aprovechó las ventajas otorgadas a los Eskenazi para girar
millones en dividendos a su casa matriz en España. Será interesante comprobar
cómo, con la misma política de precios, De Vido y Kicillof consiguen producir
más petróleo y gas que los privados. Salvo que su intención sea utilizar
recursos de YPF para pagar las importaciones de combustibles, que este año
representan US$14.000 millones. De ser así, el objetivo de la patriada sería solo
el de cubrir un agujero fiscal. Recordemos como ejemplo que durante los años en
que manejó las finanzas de Aerolíneas, Kicillof no pudo presentar un solo
balance. Y fue necesario que el Estado lo auxiliara con un 50% más que lo que
él mismo le pedía en cada presupuesto. Evidentemente Axel no está a la altura
de las circunstancias.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario