Los adelantos son, en realidad, emisión monetaria pura que acelera el aumento de la base monetaria, es decir, la cantidad de pesos en circulación. El Central es así, por lejos, la principal fuente de financiamiento a la que echa mano el Gobierno para tapar sus necesidades fiscales. Aunque también utiliza a otros organismos públicos que aparecen en el listado de prestamistas como la ANSES y el Banco Nación, que también en Julio destinó otro préstamo por 2.000 millones de pesos al tesoro y que fue publicado en el Boletín Oficial. Estos recursos que giran los organismos públicos son los que le permiten al Gobierno mostrar las cuentas públicas equilibradas, cuando que en realidad lo que se hace es intentar dibujar el rojo fiscal. El stock de adelantos del BCRA está cada vez más cerca del viejo límite que regía el artículo 20 de la Carta Orgánica de dicha institución. Ese anterior límite era equivalente al 10% de la recaudación anual, la que al mes de junio ya sumaba $603.725 millones y el 12% de la base monetaria cuyo último dato arrojó unos $251.000 millones. Por lo tanto, el nivel máximo de financiamiento que el BCRA le puede otorgar al Tesoro supera levemente los $90.000 millones. Si nos rigiéramos por este artículo sólo restarían, por ende, unos $9.000 millones para no pasarse de aquel nivel, pero en rigor de verdad no se agota ahí el límite, porque en el agregado del artículo 20, el Congreso dispuso que con carácter excepcional y si la situación o las perspectivas de la economía nacional o internacional así lo justificaran, podrían otorgarse adelantos transitorios por una suma adicional equivalente a, como máximo, el diez por ciento de los recursos en efectivo que el Gobierno nacional haya obtenido en los últimos doce meses.
Esos recursos tendrían que ser devueltos en un plazo no mayor de 18 meses, algo que nunca sucederá. Semejante expansión en la cantidad de dinero para financiar el déficit fiscal es lo que mantendría este año la inflación por encima del 28%, pese a la fuerte desaceleración de la economía. Lo lógico en un contexto como éste sería que ante una caída del nivel de actividad se produjera un menor crecimiento de precios, pero sin embargo, la inflación se mantiene alta y en la medida en que los niveles de emisión sigan creciendo sin contrapartida en un aumento de la productividad de la economía todo seguirá igual. De hecho, la cantidad de billetes y monedas en poder del público acumula un aumento interanual nada menos que de un 38%. Este cuadro deja claro que no sólo las provincias tienen déficit en sus cuentas, sino también el Gobierno nacional. Pero en situaciones de emergencia, la Casa Rosada tiene distintas alternativas de financiamiento de parte de organismos públicos, mientras que en el caso de las provincias la dependencia de lo que gira el Gobierno nacional es absoluta.
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