abril 03, 2013

DE LA DEUDA SOBERANA

En medio de la disputa Argentina con los holdouts en los tribunales de Nueva York, por el pago de los bonos en default y por un monto de aproximadamente US$1300 millones vuelve al ruedo otra de las deudas que mantiene el estado argentino. Pocos días atrás los integrantes del Club de París debatieron una posible reanudación de las negociaciones con la Argentina. En una reunión, la copresidente de la entidad multilateral, Delphine de Sahuguet d'Amarzit afirmó haber recibido indicios de funcionarios argentinos en ese sentido. Sin embargo, desde el Ejecutivo desmintieron esa posibilidad al explicar que la Argentina de momento está abocada a sus pagos corrientes de deuda, y a clausurar el juicio iniciado en Nueva York por los fondos buitre. Parte de la reunión de febrero último en la entidad giró en torno del eventual reinicio de discusiones por la deuda impaga de 6.650 millones de dólares, que con más los intereses se eleva a cerca de US$ 9.000 millones. Extrañamente la representación de Estados Unidos ante el club fijó una posición a favor de "mantener vivo algún nivel de conversación" con la Argentina y que el organismo lleve a cabo "algún esfuerzo para que continúe al menos el contacto con las autoridades argentinas"

Pero hubo voces disonantes, como la del miembro en representación de Alemania quien minimizó la posibilidad de retomar las negociaciones al recordar que en una reunión que mantuvieron a fines de enero en Chile Cristina de Kirchner y la canciller del país europeo, Angela Merkel, la propia jefa de Estado argentina le recordó que "la Argentina daría prioridad a los acreedores privados antes que a los miembros del Club de París". En la misma línea se ubicaron los delegados de Suecia y Holanda. Al final del debate, D'Amarzit anunció su intención de mantener contactos con las autoridades argentinas pero afirmó que evitará "crear cualquier tipo de expectativas" sobre eventuales avances en las negociaciones. Además de priorizar los pagos corrientes de su deuda, el 31 de marzo debió desembolsar 200 millones de dólares y enfocarse en el resultado del juicio en Nueva York. Ahora bien, la Argentina mantiene desde hace cinco años otras discusiones y propuestas de muy baja seriedad para con los países integrantes del Club de París excusándose por dos obstáculos, la posición contraria a afrontar los intereses que contabilizan los acreedores, y la decisión de evitar pagos al contado. Pero también puso un freno en las negociaciones la condición de la entidad de ajustar un posible acuerdo al monitoreo del Fondo Monetario Internacional (FMI), que la Argentina rechaza de plano, y este rechazo tiene fundamentos de neto corte político.

La administración nacional que lleva diez años en el poder jamás abrirá sus cuentas al fondo monetario pues si así lo hiciera tiene todo para perder. Sólo por dar un ejemplo, las estadísticas oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) han sido manipuladas desde su intervención en el año 2007. Parte de la exposición de D'Amarzit se basó en conversaciones "fuera de los canales oficiales" durante "una visita ministerial francesa a la Argentina". La funcionaria alegó que de esas charlas había surgido la eventual disposición de "aprovechar una posible visita a París" del ministro de Economía, Hernán Lorenzino, para "reiniciar una ronda de discusiones", algo que por el momento parece descartado del lado argentino. La visita más reciente a la Argentina había sido del primer ministro, Jean-Marc Ayrault, en enero, e incluyó una audiencia con Cristina de Kirchner en la Casa Rosada. Como era lógico esperar, el cierre del debate en el organismo internacional fue negativo para la Argentina. Los representantes de Inglaterra, Alemania, Estados Unidos y España confirmaron que en adelante "votarán contra cualquier propuesta nueva de financiamiento para Argentina en los bancos internacionales de desarrollo" con excepción de "las iniciativas de reducción de la pobreza, que serán analizadas caso por caso".

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