Pero hubo voces disonantes, como la del miembro en representación de Alemania quien minimizó la posibilidad de retomar las negociaciones al recordar que en una reunión que mantuvieron a fines de enero en Chile Cristina de Kirchner y la canciller del país europeo, Angela Merkel, la propia jefa de Estado argentina le recordó que "la Argentina daría prioridad a los acreedores privados antes que a los miembros del Club de París". En la misma línea se ubicaron los delegados de Suecia y Holanda. Al final del debate, D'Amarzit anunció su intención de mantener contactos con las autoridades argentinas pero afirmó que evitará "crear cualquier tipo de expectativas" sobre eventuales avances en las negociaciones. Además de priorizar los pagos corrientes de su deuda, el 31 de marzo debió desembolsar 200 millones de dólares y enfocarse en el resultado del juicio en Nueva York. Ahora bien, la Argentina mantiene desde hace cinco años otras discusiones y propuestas de muy baja seriedad para con los países integrantes del Club de París excusándose por dos obstáculos, la posición contraria a afrontar los intereses que contabilizan los acreedores, y la decisión de evitar pagos al contado. Pero también puso un freno en las negociaciones la condición de la entidad de ajustar un posible acuerdo al monitoreo del Fondo Monetario Internacional (FMI), que la Argentina rechaza de plano, y este rechazo tiene fundamentos de neto corte político.
La administración nacional que lleva diez años en el poder jamás abrirá sus cuentas al fondo monetario pues si así lo hiciera tiene todo para perder. Sólo por dar un ejemplo, las estadísticas oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) han sido manipuladas desde su intervención en el año 2007. Parte de la exposición de D'Amarzit se basó en conversaciones "fuera de los canales oficiales" durante "una visita ministerial francesa a la Argentina". La funcionaria alegó que de esas charlas había surgido la eventual disposición de "aprovechar una posible visita a París" del ministro de Economía, Hernán Lorenzino, para "reiniciar una ronda de discusiones", algo que por el momento parece descartado del lado argentino. La visita más reciente a la Argentina había sido del primer ministro, Jean-Marc Ayrault, en enero, e incluyó una audiencia con Cristina de Kirchner en la Casa Rosada. Como era lógico esperar, el cierre del debate en el organismo internacional fue negativo para la Argentina. Los representantes de Inglaterra, Alemania, Estados Unidos y España confirmaron que en adelante "votarán contra cualquier propuesta nueva de financiamiento para Argentina en los bancos internacionales de desarrollo" con excepción de "las iniciativas de reducción de la pobreza, que serán analizadas caso por caso".
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