abril 02, 2013

¿QUE SERA DE VENEZUELA?

A la Venezuela de hoy le sucede mucho más que la enorme pérdida de su líder aunque dicho acontecimiento en efecto este por encima del resto. Le sucede la realidad de la historia verdadera, la concreta, la cotidiana. Que ya sin Hugo Chávez caerá inevitablemente, sobre Nicolás Maduro cuando el vicepresidente alcance el sillón presidencial, esa realidad y sus desafíos principales caerán sobre su cabeza como la espada de Damocles. El legado del dictador latinoamericano que por décadas gobernó la república bolivariana, no es otro que el de un país dividido en todos sus estamentos. Su sociedad dividida literalmente entre los que tienen y los que no tienen, su historia marcada por sus pésimas administraciones y el futuro por venir. Un país que teniendo la posibilidad de ser grande ha sido casi devastado sólo por una persona que utilizó la propaganda como medio para mantener sus desvaríos, lavándole el cerebro a más de la mitad de su población que aún hoy no comprenden la magnitud del mal que su amado líder causó un a la república. Ese es tristemente el legado de Chávez Frías. Los desafíos que deberá enfrentar el futuro Presidente se resumen en un plano cada vez más inclinado en el que se deslizan tanto el pueblo venezolano como la economía del país.

El problema en que se ha venido enredando por una enorme emisión requerida para financiar un gasto estatal multiplicado por la carga de más de un millar de empresas que nacionalizó el régimen chavista, son la causa que disparó una inflación crónica que se proyecta por encima del 30% anual (la más alta de Latinoamérica), y una anarquía cambiaria que muestra un dólar paralelo que vale más de tres veces que el inexistente oficial. El descontrol de la estatal PDVSA que sostiene toda esa mentira que es casi insostenible, por si esto fuera poco ha perdido energía debido a la ausencia de reinversiones y se ha endeudado como nunca antes. El progresivo agravamiento de ese escenario está en la base del cepo que rige sobre las divisas, los controles de precios que se extienden sin efectividad, el desabastecimiento y el trasfondo de un mercado negro cuyos responsables directos están en el poder. No es un dato menor que en la conferencia previa al anuncio de la muerte del líder bolivariano, Maduro, con realismo, haya mencionado entre las primeras palabras, dos veces “economía”. Aparte de las políticas públicas a implementar, es en la economía donde radican los problemas del futuro del ex régimen chavista y, esencialmente, la clave de su supervivencia. Esas realidades explican la fuerte teatralización de severidad chavista que el vicepresidente ha venido exponiendo y denunciando enemigos supuestamente agazapados detrás de la totalidad de los problemas que padece el país. La realidad de intentar demostrar que la culpa de todo los desaciertos del régimen las tiene otro luego de década y media en el poder no será tarea fácil. Se trata básicamente de una estrategia que se propone, con éxito dudoso mantener vivo el carisma y liderazgo del presidente muerto, sólo para fortalecer y equiparar el que ha perdido Venezuela, y que por supuesto no posee Nicolás Maduro. Esta necesidad de reinventar en el vicepresidente aquella figura es porque sólo así podría avanzar con el ajuste iniciado en febrero que comenzó a corregir la paridad del bolívar 32% frente al dólar. Sin embargo, tocar la cotización del dólar en Venezuela es grave porque el país importa la mayoría de sus alimentos, y la canasta familiar depende del exterior.

El problema histórico en esta nación, que no se modificó tampoco en los 14 años del chavismo, es que la riqueza petrolera no fue utilizada en función del desarrollo del país sino para financiar políticas clientelistas que se ven en los éxitos sociales del modelo. Con esa cantidad de dinero se logró paliar durante años buena parte de la pobreza y se amplificó la presencia de un Estado elefante, pero al atarse el país sólo al crecimiento sin desarrollo creó una gran estructura asistencialista y un empleo público desbordado junto a una extendida corrupción que fundó la llamada boliburguesía, o los chavistas que se enriquecieron al calor del modelo. Es por eso que no creció la agricultura, no se resolvió la producción propia de alimentos e incluso se ha hecho necesaria la importación de naftas que se venden a precios subsidiados ampliando el gasto fiscal. De haberse modificado esa estrategia se hubiera logrado una autonomía que coincidiría con el discurso del modelo y se hubiera evitado el quebranto actual. La lucha interna en el régimen la libran aquellos que proponen aprovechar esta oportunidad en que la muerte del líder fuerza a una unidad, para retirar los cepos y liberar de una vez la economía, y esto contrariamente a lo que sostuvo el propio Chávez cuando eligió a este ex sindicalista como el celador de su legado, condenándolo a cumplir una misión imposible.

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