Por otra parte mientras Cristina volvió a remarcar las bondades del modelo económico, y Hernán Lorenzino, un hacedor de frases ridículas, volvió a asegurar que el dólar paralelo “no le importa a nadie”. Esa tarde, el ministro de Economía junto a Guillermo Moreno, Axel Kicillof, Mercedes Marcó del Pont y Ricardo Echegaray, anunciaron el nuevo megablanqueo de capitales, en la desesperada búsqueda de divisas para una economía que las pierde y que, además, espanta inversiones. Para ejemplificarlo veamos lo que fueron los primeros tres meses del año, en enero los depósitos cayeron a US$7.800 millones, en febrero se redujeron a US$7.200 millones, en marzo quedaron en US$6.900 millones eso significa que emigraron del sistema cerca de US$ 1.000 millones. Una interpretación optimista podría indicar que la salida de depósitos se ha frenado en los primeros tres meses. Sin embargo, lo que en verdad sucede, es que la cantidad de dólares que quedan en el sistema está muy próxima a su piso y por eso la caída aparenta no ser de proporciones importantes ya que el grueso de los depósitos que quedan serían institucionales. Los minoristas hace tiempo se fueron. Entre los muchos males, la economía sufre de una profunda desconfianza que el gobierno cultivó en estos años con empeño notable. La cara más fea de esta desconfianza son, precisamente, esos cinco funcionarios que se reunieron por orden de Cristina para anunciar novedades al país. Ellos son, junto a la mandataria los responsables de la improvisación y la impericia que los ha conducido a esta encrucijada económica. Kicillof inclusive habló de un presunto ataque especulativo y de campaña igual que su jefa.
Subrayó la solidez económica de todos los sectores aunque el megablanqueo casi suplica por inversiones en energía y construcción. La situación energética se agravó tras el primer año de la estatización de YPF, cuyo principal inspirador fue Kicillof. La construcción y los negocios inmobiliarios se cayeron debido al cepo cambiario: esa obra corresponde, sobre todo, a Moreno. Para colmo, el megablanqueo que se trata de la segunda medida de ese tenor en cinco años, en esta ocasión no es igual a la anterior. Abundan las denuncias ligadas al lavado de dinero de empresarios amigos del poder, e inclusive involucran al propio ex Presidente fallecido. Está bajo la lupa la UIF (Unidad de Investigación Financiera) de José Sbatella, esta cuestionado el papel de la AFIP de Echegaray por el envío de dinero de Lázaro Báez a paraísos fiscales y ha generado sospechas la conducta del PROCELAC, una unidad de la Procuración General, ante las primeras denuncias sobre el empresario. A la fórmula de la corrupción más el agotamiento del modelo económico, Cristina debe añadir una preocupación adicional: el crecimiento de la conflictividad sindical y social. Los piquetes por protestas se repiten en todo el país, y el Gobierno aduce que estos problemas gremiales poseen sólo un tinte político pero las diferencias en las paritarias no dicen lo mismo como en tantos otros campos del modelo nacional y popular.
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