junio 03, 2013

VIEJAS, MALAS RECETAS

El congelamiento de precios del inefable Guillermo Moreno continuará en junio, y se reducirá a 500 productos dejando afuera a más de 10.000 otros. Éstos se concentrarán en artículos de primera necesidad vinculados a la canasta básica, mientras que el resto se liberará "controladamente". El muy cuestionado funcionario prometió presionar al sindicato de Empleados de Comercio para que dividan su reclamo salarial a través del pago de dos cuotas, al igual que han venido haciendo con otras centrales obreras. La más o menos sería que el nuevo congelamiento se renegocie recién después de las elecciones legislativas del 27 de octubre. Moreno luego de discutir con los representantes de los supermercados Jumbo-Disco, Carrefour, Walmart y Coto, la vigencia del acuerdo que nació en febrero pasado, explicó de partir de ahora serán militantes de la Campora quienes salgan a controlar el congelamiento se cumpla. La realidad muestra que la baja en las ventas minoristas, las presiones alcistas de los fabricantes de alimentos, bebidas, productos de consumo masivo este acuerdo de precios será difícil de sostener en el tiempo, debido a variables como los aumentos generales de costos, y el cierre de las paritarias 2013. Estas últimas han logrado que la vigencia del acuerdo de precios se encamine a un callejón difícil de superar para todas las partes involucradas.

En estos días se pueden apreciar claramente serios faltantes de productos básicos, además de diferentes estrategias de los fabricantes para paliar la situación, como reducir la cantidad de mercadería en los envases, o caída de la calidad y falta de distribución masiva de los productos más importantes. Por otra parte, los supermercados ya habían sido avisados de que una de las claves del acuerdo no podría continuar aplicándose, la libertad para importar bienes premium sin tope para que puedan ser vendidos a destajo por las cadenas. La caída de las exportaciones, la salida de divisas del sistema financiero, la necesidad de contar con más fondos para la importación de combustibles y el alza del dólar paralelo hicieron que nuevamente el grifo para las compras del exterior de las cadenas se cierre desde la Secretaría de Comercio. Ante este poco alentador panorama era indispensable una nueva renegociación del acuerdo, Moreno había autorizado en silencio subas de productos selectivos, incluyendo gaseosas, lácteos, artículos de tocador, limpieza, carnes y embutidos. Ahora directamente liberó todos los precios, salvo el listado de unos 500 productos básicos que tendrán pisos y techos que los hipermercados deberán respetar. Además, 300 de éstos también tendrán precios tope en todos los comercios, incluyendo los supermercados chinos. A la lista de 500 artículos se suman alimentos como carne vacuna y pollo, bebidas sin alcohol, lácteos, artículos de limpieza e higiene personal. La elaboración de la nueva lista libera además, los precios de otros 10.000 bienes, que podrán ser ofrecidos a precios más altos y que, obviamente, no serán medidos por el INDEC.

Moreno se comprometió con los privados que intervendría directamente en las paritarias que mantuvieron los representantes de las cámaras del sector y el gremio mercantil traicionando a los trabajadores. Así los privados se comprometieron a no trasladar a los precios de los 500 productos este incremento salarial, al menos hasta la liquidación de los salarios dentro del segundo pago que los empleados percibirán en sus bolsillos en noviembre. Por último, también se determinó que la Supercard comience a aplicarse, pero en un nivel mucho menos masivo que los 5 millones de usuarios que Moreno pensaba tener en un primer momento. Lo cierto al respecto, es que con suerte habrán unos 100.000 plásticos, y los usuarios provendrán de los listados de los clientes de los propios establecimientos y del Banco Hipotecario, que será el que administre la tarjeta. Cabe recordar que en un primer momento antes del lanzamiento de la tarjeta secretario de comercio había llevado las cosas un poco lejos al asegurar que no se utilizarían más tarjetas de crédito y que se reemplazarían por el plástico. Finalmente el entusiasmo se terminó cuando la realidad golpeó a su puerta y Don Guillermo entendió que la convivencia entre los supermercados, el cliente y los bancos emisores de las tarjetas es una relación bastante difícil de romper.

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