La Presidenta suponía que las cosas iban a ser difíciles solo que nunca imaginó la paliza que recibiría en todo el país. Dos manzanas a la redonda de la escuela en Río Gallegos en la que votó junto a su hijo Máximo fueron valladas para evitar que sufriera mas sobresaltos justo allí donde siempre había recibido alegrías políticas, el malestar de los santacruceños fue evidente cuando fue a votar. Cuando salía del colegio en el que sufragó escuchó quejas por los muertos de la tragedia de Once y frases hirientes sobre la corrupción de la obra pública entre otras cosas. Estas situaciones habrían llevado a la Presidenta días más tarde a descalificar el voto esquivo con una sentencia falsamente piadosa, “La gente no tiene la culpa se dan cuenta tarde”, expresión que sería parecida a decir “pobres, no saben lo que hacen”. Esta poco afortunada frase desnuda el desprecio que ya no sorprende en el discurso de la mujer que ejerce la Presidencia. Lo que desconcierta es el destinatario, y que ese desprecio haya sido hecho público. La frase podría compararse con la reacción en Olivos ante la derrota en el Congreso por el conflicto por el campo, “Este país no nos merece”, dijo. Volviendo al discurso de la Presidenta, no hace falta profundizar demasiado en el mensaje, para Cristina el desconcierto de la derrota electoral es de igual naturaleza que el que muestra ante los problemas que le plantea a diario el ejercicio del gobierno. Incomprensión, diagnóstico equivocado, tratamiento equivocado, fracaso, enojo, búsqueda de responsables.
En ambos casos lo que subyace es la falta de capacidad individual, una cuestión no menor y que explica en buena parte el voto que castigó al Gobierno. Cristina desafió a las centrales empresarias y del trabajo a debatir el rumbo y la calificación de sus adversarios como suplentes o empleados es menos grave que lo que plantea como concepto, la discusión con otras fuerzas legitimadas por el voto es algo secundario y la negociación no es entre pares es mano a mano con las corporaciones. Plantear lo que hubiéramos querido escuchar en el mensaje de un jefe de Estado después de una derrota electoral parece un ejercicio inútil en este contexto. Tanto es así que en su furia trató de “los jefes” o “los DT” de “los suplentes”, los suplentes son los candidatos que vencieron al frente para la victoria en todo el país. Y los jefes, son aquellos que a su juicio son los dueños de la pelota, los representantes del poder real. De esta manera poco menos que llamativa fue la convocatoria de Cristina al ¿diálogo? Y textualmente planteó que quería convocar a un debate en serio, pero con todos los sectores, para ver qué es lo que querían hacer con las finanzas del país. Por último su amenaza y su furia las dirigido hacia la Unión Industrial expresando que le interesaba saber qué era lo que proponían, haciendo hincapié en los beneficios que reciben desde la promoción y pasando por los beneficios de los subsidios.
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